El suicidio, un tema tabú en la sociedad, y también la principal causa de muerte entre los jóvenes. Estabilidad económica, estabilidad mental, todas las estabilidades se ven descompuestas a la hora de pensar en el futuro. Las preocupaciones constantes; el coche, el acceso a la vivienda, responsabilidades, la experiencia para un trabajo, los años requeridos de estudios, las inseguridades, las amistades, el amor, la mochila del pasado… ¿Quién se fija en que solo hablan de generaciones de pasotismo y despreocupación cuando nos carcomen las dudas, miedos e inquietudes? Discursos de salud mental por todos lados pero pocos esfuerzos reales se han visto. Mientras el suicidio siga siendo un tema incomodo de hablar, seguiremos perdiendo vidas; futuros enfermeros, futuras ingenieras, futuras médicas, futuros maestros, futuros talentos.

La depresión o la ansiedad son enfermedades que padecen muchos jóvenes y tienen que vivir desde la sombra. Algunos tienen que afrontar la lucha solos por no tener capacidad económica o por no poder pedir ayuda, por miedo a tener que expresarse o a ser juzgados. Con un hombro donde apoyarse sería todo más fácil. No estamos a salvo. ¿A quién pretendemos salvar con este acceso a la terapia psicológica?