Somos actores de la vida. Cada persona tiene su propio guion que lo va conformando a lo largo de su recorrido existencial. No hay similitudes, al ser experiencias únicas que nos permiten conocer las dos caras de la felicidad y la tristeza. De todas ellas, obtenemos conocimientos personales, que nos permiten crecer como personas, y evolucionar en mayor independencia y libertad. Imitar a los influenciadores del presente nos hace adeptos de unas personas que sólo buscan notoriedad y ganancias económicas.

Nos estamos olvidando de nuestra propia vida, única e inimitable. Ser actores y actrices de guiones escritos por terceros, nos robotiza, con metas en la mayoría de los casos inalcanzables. La libertad y el pensamiento crítico empiezan y terminan en el guion que deseemos escribir de nuestra propia existencia.

La vida no es una obra de teatro con un libreto predeterminado, sino un lienzo en blanco que nosotros mismos pintamos con nuestras decisiones, acciones y experiencias. Dejemos las imitaciones para otros y seamos los protagonistas de nuestra propia película.