Cinco sentidos tenemos, los cuales debemos usar sabiamente. Los sentidos nos permiten relacionarnos con el mundo que nos rodea y desde el Hospital Universitario de Navarra nos podemos enfocar o utilizar con los pacientes.

Usa la vista para ver la belleza de la vida, para ver el interior de las personas o en este caso de los pacientes. Usa tus oídos para escuchar y poder ofrecer una palabra de aliento. Usa tu tacto para sentir y dar amor, para tocar a las personas con tus deseos positivos. Aquí hay que dar un aplauso a los médicos, enfermeras, auxiliares que con sus manos brindan esperanza, apoyo y alivio.

Nos faltaría el olfato, el gusto y ahí me llevo dos sentidos a mi terreno, la comida. En este caso yo trabajo en las cocinas del HUN donde elaboramos salud en forma de alimento. Nunca imaginé un trabajo tan profesional, preciso, completo, variado y de calidad hasta no estar en este equipo formado por un gran número de personas. Como decía Hipócrates: “Que la comida sea tu medicina y la medicina sea tu comida”

No nos damos cuenta, pero visitamos a la mayoría de los pacientes cuatro veces al día… desayuno, comida, merienda y cena. Llegamos a su interior a través del olfato y del gusto. Desde las madres que dan vida, o aquellas que no han podido darla, pacientes de todos los sexos, edades y diversas patologías. Cuando menciono edades, lo que más me impacta son los niños y las niñas que por su corta edad no están libres de alguna enfermedad. También llegamos a aquellos que pasan sus últimos días de vida.

A veces veo un trabajo mecanizado por el volumen de bandejas que preparamos, pero yo me acuerdo mucho de esos pacientes que reciben lo que yo preparo y ahí es donde yo pongo mis cinco sentidos, incluso mi sexto, el más importante, el que se siente o se transmite desde el corazón.

A veces miramos sin ver, oímos sin escuchar, olemos sin percibir, probamos sin saborear y tocamos sin sentir. Si transmitimos desde el corazón, es mas fácil que llegue al corazón. Y de corazón a corazón siempre mola mogollón.