El juego no tiene edad. Desde los deportes hasta los videojuegos, pasando por las apuestas y las cartas, jugar es una actividad central para la humanidad. Sin embargo, en la infancia, el juego adquiere un significado especial. En el primer Día Internacional del Juego, Unicef hace un llamamiento a los gobiernos para que mejoren las leyes y programas de crianza, protegiendo a los niños y fomentando un entorno lúdico y enriquecedor.

Unos 400 millones de niños menores de cinco años sufren disciplina violenta en casa. Según Unicef, seis de cada diez niños en esta franja de edad enfrentan agresiones físicas o psicológicas, y el 40% no recibe suficiente estímulo emocional, afectando a su desarrollo. Estos niños sólo conocen un mundo de agresiones desde su nacimiento, en contraste con aquellos que crecen rodeados de amor, ternura y juegos estimulantes. Esta desigualdad en la infancia depende del azar del lugar de nacimiento, siendo el entorno donde se cría el niño un factor determinante para su desarrollo físico, afectivo e intelectual. Aunque la genética influye, el medio ambiente es crucial.

En el siglo XXI, es necesario avanzar hacia la igualdad en el mundo infantil. No se puede justificar que un niño sea objeto de las frustraciones e iras de los adultos. Es inaceptable que esta situación se normalice, si queremos avanzar hacia un mundo más prospero y fructífero para los seres humanos.