Querido José, como cada año llega San Fermín con el ruido, la fiesta y el vino y con él, tu cumpleaños. Tú, sin embargo, quietecito junto a tu mujer, Ana. Siempre pienso en lo que hubieras logrado en estos diez y siete años ya de ruidoso silencio como persona, como auditor, como hermano, hijo y amigo. A cuántos podrías haber ayudado, a cuántos podrías haber contagiado esa alegría de vivir que te consumía por dentro, a cuántos... Te echamos de menos. 

La muerte es algo tan natural como la vida, ya que esta sin aquella no existiría, simplemente os fuisteis antes. Cuántas veces me he llamado imbécil por distanciarme al no comprender un silencio doloroso, pero tuyo y, como tal, merecedor de todo mi respeto. 

A diez y siete años de tu partida, tu imagen, locuacidad y bonhomía siguen presentes. Mientras alguien te lleve en su corazón y memoria, seguirás vivo. Hoy cumples 60. Un beso para Ana.