No tenía por qué haber ido a presidir la corrida de toros inaugural en San Fermín. Como no lo hizo en su día el difunto alcalde de nuestra ciudad, Javier Erice Cano, en el año 1976. 

Javier se negó a presidir una corrida de toros y no pasó absolutamente nada. No hubo ninguna catarsis social en una época de extraordinaria conflictividad. 

Sin embargo, fue un gesto simbólico que los y las pamplonicas que tenemos memoria queremos reivindicar. Porque ese gesto de neutralidad desde el Consistorio no se ha vuelto a repetir en la historia de nuestra ciudad. 

Hablo de neutralidad, no confundir interesadamente con militancia anti-taurina. Neutralidad entendida como no-colaboracion y no-normalizacion de unas corridas de toros en las que el Consistorio no está obligado ni a participar, ni a anunciar, ni mucho menos financiar con dinero público.

Con su presencia institucional y parte activa en la presidencia de la corrida de toros está posicionándose claramente por la normalización de las corridas de toros. 

Un ayuntamiento no tiene la obligación de tomar parte en ello, como tampoco en las procesiones de ámbito religioso. 

Era muy sencillo. No haber ido como representante de un ayuntamiento que, supuestamente, nos representa a todas y a todos. La corrida se hubiera celebrado igual sin su presencia institucional. Un gesto simbólico pero profundamente democrático como el que hizo Javier Erice Cano.

Pienso que una institución democrática debe mantener una postura neutral en este tema. Debe fomentar un debate social sobre la conveniencia de seguir torturando a animales indefensos como parte central de las fiestas oficiales de nuestra ciudad. Sabe usted perfectamente que en esta ciudad hay gente (cada vez más) que nos oponemos a las corridas de toros. Usted, como alcalde de todos y todas las pamplonicas, despreció a todo este sector social.

Déjeme que le diga, que a nivel personal, como persona de izquierdas y abertzale, me decepcionó profundamente.