(Para mi amiga y para Víctor).

Hoy he recibido una llamada que me ha producido una herida en el corazón. Y entonces he recordado un gran libro de Steinbeck que muestra cómo las empresas han perdido el corazón, su humanidad. Y las personas que trabajan en ellas, escudándose en la falta de responsabilidad, en su propio malestar laboral, en su estado de desgaste dentro de un sistema individualista y carente de perspectiva empática, olvidan que trabajan para las personas a las que tiene el deber de prestar su atención. Y en esta pelea entre nuestro enfado laboral, los derechos (claramente defendibles), y nuestro día a día lleno de pequeñas o grandes miserias personales, a veces mal tratamos a esas personas que vienen para que les prestemos nuestra atención. Si además hablamos de atención sanitaria, recibimos a personas asustadas, que la mayoría de las veces no saben qué les ocurre (o quizá lo sepan y es igualmente terrible), muchas veces indefensas y las recibimos con nuestra rabia y enfado. Les hacemos responsables de los errores de un sistema organizacional que no funciona. Y por ende de nuestra sobrecarga laboral. Somos capaces hasta de pensar que “hay casos sociales”, como si la salud no fuese en sí misma social. ¿Acaso alguien que trabaje en un sistema sanitario no ha leído a Lalonde que ya en los 70 hablaba sobre los determinantes de salud? ¿Alguien de verdad se cree que puede haber un sistema en que lo social sea diferente de la salud? ¿Alguna vez habéis sentido un miedo terrible por algo que os pasaba o creíais que os podía pasar y sentir que nadie os escuchaba? Es algo terrible, lo he visto en quizá demasiadas ocasiones. Es uno de los mayores desamparos que puede sufrir una persona. Y ejercido por el sistema que nos tiene que cuidar.

Yo soy una de esas personas que, como tantas otras, defendemos un sistema sanitario público, digno, equitativo, universal, accesible, eficiente y de calidad, pero sobre todo humano, lleno de corazón. Quiero reivindicar un sistema lleno de personas que trabajan con el corazón en la salud, que empatiza con el sufrimiento, que mira a la persona que tiene delante con compasión, que, pese a que a veces se equivoque, su error nazca de su propia humanidad. Reivindico un sistema sanitario que humanice a las personas trabajadoras, que atienda y acompañe desde el corazón.