Un periodo vital, el de la madurez, al que hay atender con precaución para conocer su grado. Y no hablamos del vino, sino de las personas y de la sociedad.
Hay gente que madura muy mal y se le quedan unas burbujas que le delatan ante el resto de los mortales, sobretodo si detentan poder. Casos flagrantes: los dictadores Hitler, Franco. Musolini y el flamante Donald Trump y Netanyahu (al judío, el pueblo de Israel le volvería a votar), engreídos, amorales sin entrañas para los demás, que como buenos devotos del capitalismo, que solo mira al beneficio y no a las personas, nos lleva al odio del emigrante, al pobre, al distinto.
Para que crezca con normalidad el árbol de la vida hay que eliminar estos chupones del árbol. No será fácil, pero debemos intentarlo. Esto y el fanatismo religioso son el bagaje que arrastramos y se va a convertir en genético.