Quiero mostrar mi sorpresa ante la última evolución de nuestra querida Iruña. Recientemente, la hemos visto transformarse en la ciudad de Nueva York, o al menos eso parecería a juzgar por el inmenso tráfico que parece habitar el centro de nuestra ciudad de manera constante desde hace unas semanas. 

La conciencia ecológica nos debería llevar a coger cada vez menos el coche para pasar por Pamplona, pero para los que no tenemos otra opción, se ha vuelto un suplicio. Pasar desde Merindades hasta la cuesta de Labrit para bajar a la Txantrea es una operación de hasta veinte minutos según el día. Antes, podríamos habernos escapado por la calle Roncesvalles si la cosa pintaba mal, huyendo del tráfico, pero han puesto unos pivotes para proteger los intereses de un restaurante de hamburguesas. 

Esto reducía el tráfico, porque las colas que estamos viendo en el centro creo que jamás las hemos visto, así como el ruido y el trajín constante. 

Si vamos hacia un proyecto de ciudad más equitativo, limpio y silencioso, ¿por qué se opera cerrando vías de escape que reducen ruido y tráfico como la calle Roncesvalles? Si debo tener el coche encendido al ralentí entre diez y veinte minutos más cada vez que tengo que ir al centro, ¿no vemos el efecto nocivo en materia de polución?

Animo al Ayuntamiento de Pamplona a reconsiderar esta opción, a abrir esa calle y poder dar soltura al tráfico del centro. Las pamplonesas y pamploneses merecemos una calidad de vida digna de una ciudad con 205.000 habitantes (INE, 2023), no de 2 millones por medidas torpes como esta.