En España, los jóvenes nos enfrentamos a una paradoja: estudiamos para forjar nuestro futuro, pero el mercado inmobiliario nos condena a una dependencia sin fin. En un panorama desalentador, con unos sueldos que reflejan nuestra inexperiencia, nos encontramos que los precios de alquiler y compra de viviendas son totalmente inaccesibles para aquellos que estamos empezando en nuestra vida laboral. Esto nos coloca entre los últimos de Europa, con una edad promedio de emancipación en España cercana a los 30 años, muy por encima de países como Suecia o Dinamarca, donde los jóvenes se independizan a los 21 años. Desde 2015, los precios de la vivienda en España han aumentado en más de un 40%, un aumento que duplica al de nuestros sueldos.
Cada vez más jóvenes dependemos de nuestras familias por más tiempo, restando nuestra independencia aunque tengamos un trabajo a jornada completa. Es necesario que el Estado adopte medidas que faciliten el acceso a viviendas a precios razonables que ayuden a los jóvenes en sus primeros años después de graduarse. La vivienda está dejando de ser un derecho para transformarse en un lujo inaccesible.
Cerrar la puerta de la emancipación a una generación entera es hipotecar el futuro de todo un país.