Hace unos días se publicó una carta al director en la que la autora condenaba la falta de actuación policial ante el impago de sus inquilinos. Dos viviendas tenía en alquiler y carta se titulada: Que alguien me explique, por favor.
A su vez, DIARIO DE NOTICIAS de Navarra publicaba una noticia sobre las manifestaciones llevadas a cabo en Bilbao contra el negocio de la vivienda. Los precios de los alquileres no hacen más que ascender y cada vez los jóvenes ven más lejana la opción de emanciparse. La vivienda se ha convertido en objeto de especulación, un bien de lujo. Lo que digo no es ninguna revelación. Sin embargo, los propietarios tratan el tema con gran frivolidad e incluso intentan victimizarse.
Como joven estudiante, no puedo sentir otra cosa que repulsión por la primera publicación. ¿Por qué debería sentir pena por una propietaria que decide especular con la vivienda sabiendo que hay jóvenes que, aun trabajando a jornada completa, no llegan a fin de mes?
Estamos cansados de que se nos exprima hasta la última gota de nuestro sueldo. Estamos cansados de ver un futuro tan negro. Estamos cansados de que nos llamen perezosos, débiles, generación de cristal.
Por desgracia, muchas son las personas que, pese a cobrar el salario mínimo, empatizan más con multipropietarios que con los suyos. Marx tenía razón, la propiedad privada nos ha vuelto estúpidos.
Desconozco la situación de la autora de la carta, pero gente como ella no me da ninguna pena. En el momento en el que eliges hacer negocio con la vivienda, eres parte del problema.