A diferencia de otras más afortunadas, parece que te han dejado sola ante el peligro. Sé que no es del todo exacto porque supongo y quiero creer que tienes personas a tu lado que te estarán ayudando a seguir adelante en este trance tan doloroso.

Hace unas semanas, y a propósito del llamado caso Pelicot, me daba cuenta de que contar con una “tribu” (Carolina del Olmo en su libro adoptó este nombre) hace que una mujer pueda llevar a cabo una tarea tremendamente difícil como hizo Gisèle. Verte en televisión respondiendo a preguntas de los periodistas y colaboradores que allí estaban me produjo un sentimiento de tristeza. Y a la vez, no podía evitar la rabia de verte pasar por todo esto y en ello incluyo la herida que permanece abierta constantemente ante la mirada escrutadora de los que no quieren creerte. Y digo que no quieren porque no encuentro otra forma de explicarme cómo es posible que haya personas negadoras de una realidad incontestable y demasiado extensa como para no verla.

Muchas mujeres hemos sufrido los desprecios y agravios machistas a lo largo de nuestra corta o larga vida. Por eso, estoy convencida de que la mayoría de nosotras te creemos y apoyamos en tu decisión, pero no es suficiente con esto. Hace falta más, mucho más. Hace falta rodearte de la tribu de cientos de mujeres que sentimos como tú.

*La autora es psicóloga clínica