“Un nibel vajo de inglés y unas faltas de hortogafía”, así parecen redactarse algunas ofertas en el Servicio Navarro de Empleo. ¿Les suena mal? Imaginen verlo en una oferta oficial.
Veamos un ejemplo reciente: para optar al puesto de “Asistente de Calidad”, que, por cierto, “Calidad” debería ir en minúsculas según la RAE, se exige una ingeniería, alto nivel de inglés y tres años de experiencia. Hasta aquí, todo normal. Pero lo vergonzoso es que la descripción del puesto está traducida con un nivel propio de educación infantil y plagada de faltas de ortografía en inglés, justo lo contrario de lo que exigen. Y lo peor: no es un caso aislado en esta plataforma pública.
Ahora bien, hagamos un ejercicio de inversión de roles. ¿Qué pasaría si un candidato enviara su currículum con faltas de ortografía y un nivel de inglés que haría sonrojar a un estudiante de primaria? Fácil: lo rechazan automáticamente. Pero si el error es de la Administración, la oferta sigue en pie, sin consecuencias.
Y, por si no fuera suficiente, otra incoherencia: en inglés, el puesto se oferta como “manager”, pero en castellano como “técnico”. ¿En qué quedamos? ¿O acaso “cumpolsory”, con su brillante falta de ortografía, implica un ascenso automático?
Señores, un poco de seriedad. Para opositar exigen rigor extremo, pero para publicar ofertas todo vale. Exijan a su administración la misma profesionalidad que demandan a los candidatos. Porque si esto es la “calidad” que se busca, más de uno debería empezar por revisar la suya.