Los policías somos personas que dedicamos nuestra vida a proteger a otras personas. Es la esencia de nuestra profesión, y lo hacemos tanto estando en el trabajo como fuera de servicio. Lo llevamos en el ADN y si no, nos dedicaríamos a otra cosa. No es una profesión fácil. A los (muchos y graves) riesgos que asumimos en nuestra tarea diaria, se une un afán por mejorar, formarnos, practicar y entrenar para que cuando sea necesario, podamos dar la respuesta más adecuada posible.
Todo esto lo hacemos en una organización estructurada, jerarquizada, en la que la norma y el derecho son la base y regla de nuestra actuación. Nos atenemos y ajustamos a leyes, reglamentos e instrucciones que dan el marco legal en el que desenvolvemos nuestra profesión. Y contamos con instituciones públicas regidas por personas que en última instancia ejercen la dirección del cuerpo.
En este sentido, la Ley Foral 23/2018, de las policías de Navarra, recoge en cuanto a Policía Foral que “corresponde al Gobierno de Navarra, ejercido a través de su presidente o presidenta, el mando supremo” y que “el consejero o consejera titular del Departamento competente en materia de Interior ejerce la superior dirección”.
¿Y qué esperamos de estas instituciones, y en concreto de las personas que ocupan esos puestos? En APF, tenemos claro que sobre todo, competencia y responsabilidad. Que sepan regir, desarrollar, impulsar y dirigir una institución fundamental para el mantenimiento del orden público en Navarra como es Policía Foral, algo que lamentablemente no están consiguiendo habida cuenta por ejemplo del casi nulo desarrollo reglamentario de la Ley de Policías, aprobada en 2018.
Y en cuanto a la responsabilidad, les incumbe también defender la actuación que los policías llevamos a cabo en el marco legal establecido, con los medios humanos y técnicos de que estamos dotados. Un ataque a la actuación de la policía lo es también a la institución que ostenta su mando supremo, es decir, al Gobierno de Navarra. Y cuando un cargo público critica con argumentos falaces nuestra actuación (como recientemente ha sucedido con el alcalde de Berriozar) está atacando al propio Gobierno de Navarra y en última instancia a toda la sociedad navarra regida por este. ¿Por qué no escuchamos de boca de la presidenta o de la consejera una defensa seria de la Policía Foral? ¿No importa que se intente desacreditar nuestra labor? ¿Tenemos que soportar mentiras y acusaciones sin apoyo de nuestros mandos superiores? Bastantes prejuicios y ataques tenemos que soportar día a día en nuestro trabajo, cosa que asumimos, como para encontrar que a quienes les compete dirigirnos, les importamos bien poco.
La labor policial sale adelante, y con resultados muy satisfactorios, gracias al trabajo diario de personas que se dejan la vida (en ocasiones, literalmente) para ayudar a otras. Protejamos a quienes nos protegen; defendamos a quienes nos defienden. También institucionalmente necesitamos este apoyo.
*El autor es presidente de la Agrupación Profesional de Policía Foral