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Aprender y vivir: un equilibrio necesario

Aprender y vivir: un equilibrio necesarioPexels

ElBachillerato, más que un puente hacia el futuro, se ha convertido en un laberinto de libros del que nunca logramos salir. Hoy en día, ocho horas en las aulas no bastan; al llegar a casa, nos aguarda otra jornada de estudio interminable, como si el aprendizaje solo pudiera medirse en el peso de las tareas y en la extensión de los exámenes. ¿Dónde queda el respiro? ¿Dónde el tiempo para correr, para crear, para simplemente existir más allá de las fórmulas y los análisis sintácticos?

El equilibrio entre la educación y la vida personal se quiebra bajo el peso de horarios que no dejan espacio para el ocio ni el descanso. La presión de destacar, de no fallar, nos asfixia. El estrés, la ansiedad y el agotamiento se convierten en nuestros compañeros de clase, tan presentes como los propios libros de texto. Si trabajar en exceso nos impide disfrutar el presente, ¿de qué sirve esforzarnos tanto para vivir bien en el futuro?

No se trata de rechazar el aprendizaje, sino de encontrar una manera abrazarlo sin que nos aplaste. Cambiemos la distribución de tareas y exámenes, apostemos por métodos de aprendizaje que despierten la curiosidad en lugar del agotamiento. La educación debería ser una llama que enciende la creatividad, las ganas de aprender y la motivación de hacer cosas, en lugar de ser una carga que nos consume hasta la última chispa.