En la prensa diaria suelen evocar hechos pasados, con lo cual, estimulan la memoria del lector. Es fácil seguir los impulsos de recordar sucesos de hace muchos años. A mí me ocurre. DIARIO DE NOTICIAS publicó hace meses Pamplona, vidas ejemplares, de Joseba Asirón. Citaba a Martín Ripalda Vierges: el musiquero de la Misericordia. Concentrarme en la lectura hizo que me remontara a mi niñez porque lo conocí en persona siendo un crío. Nací muy cerca de la Meca y la chavalería del barrio nos permitíamos hablar con ellos. Y sobre todo, tomarle el pelo a Uve.
En aquellas fechas habría un letrero en el cruce de la Vuelta del Castillo: “Carretera a Esquíroz”. Justo, donde empezaba, en el lado derecho, una fábrica de productos químicos. Una noche que nunca olvidaré se incendió. Al otro lado, la verja de la Meca. A continuación la vía del Plazaola. Mi difunto abuelo Jose (q.e.p.d.) trabajó en la estación. Inmediatamente después, enorme caserón. Dos portales, uno a cada lado para acceder a las viviendas. Entre ambos, la vaquería de Paco Asiain. Le llamaban Venta La Navarra. En el nº 4, llegué a este mundo. En frente, soberbio campo donde pastaban las ovejas de Vidal, el vecino. Hoy barrio de Rinaldi. ¡Cómo has cambiado, Iruña maitia! ¡Qué tiempos!
Corría el año 2015. En la calle Estafeta, una tarde me encontré con Joseba Asiron al que estreché la mano. No todos los días surge el privilegio de saludar al alcalde de Pamplona. Al identificarme, nombre y apellidos, me dijo que había leído una reseña en el mencionado diario firmada por mí. El escrito relataba cierto incidente en el año 1967. En la citada fecha estaba en la mili, entonces obligatoria. Lo dicho. Los recuerdos no se olvidan. Goraintziak alkate jauna.