Tiene la virtud de manejarme como una marioneta, como un txotxongilo, porque me dejo llevar. Quizá sea por el único elemento que me uno se deja llevar, porque sabes que no te va a hacer ningún daño. Se le tiene mucho respeto, incluso miedo, ya que parece un asunto de gente culta, preparada y especial. Nada más lejos de la realidad; y os lo dice alguien que cree ser un negado para esos asuntos. Es cuestión de esperar y escuchar, aunque a principio no entiendas ni papa. 

Es como el rascar, que todo es empezar. Luego vas descubriendo cosas, sonidos, conjuntos; e imaginas lo que quieres: como el ritmo del agua. Si a eso, añades la voz humana, la electrónica, gaita, oboe, saxo, la batería y el sudor del grupo, es la bomba. Como decía una cría guapa: La moma atónita. Y si quieres estar en soledad, sin oír ni ver a nadie, santo remedio. Te hace mejor persona. Oyendo música, no puedes matar. No pretendas entender nada, porque no hay nada que entender. Sólo sentir.