Últimamente comparto conversación con varias personas, no a la vez, y disfruto del placer de escuchar la elección de tema, cuando lo hace mi interlocutor/a, o su primera respuesta, cuando lo hago yo.

Tengo que reconocer que se trata de personas entre lúcidas e ingeniosas y que se dejan llevar por los vericuetos de la charla con comodidad para ambos, sin buscar protagonismo ni la razón en los temas sean cuales sean.

Disfrutar con el puro diálogo sin afán de discusión, en busca solo de la sensación de compañía que produce el tema de ese momento sabiéndolo compartido entre los dos.

Únicamente el tiempo limita esos instantes preciosos, que no tienen parecido con ninguna otra actividad del día, cuyo fin ves venir y provoca esa habilidad especial para ir diluyendo poco a poco la conversación sin que se note, como si fuera parte de la despedida.

La sintonía llega de principio a fin del encuentro. Entiendo que este deleite se va a perder, si no se ha perdido ya incluso sin llegar a conocerlo, entre la generación del móvil, que, eso sí, son especialistas en monologar con el aparato tecleando a dos mil por minuto.