Seis meses después de la toma de posesión de la nueva Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, el balance no solo resulta decepcionante, sino preocupante. La reciente moción de censura -aunque fallida- presentada en el Parlamento Europeo a los 220 días de su mandato no hace sino evidenciar una realidad que muchos ciudadanos ya perciben: la creciente fragilidad democrática en el seno de la Unión.
Más de la mitad de los europeos manifiestan estar seriamente preocupados por el estado de la democracia en la UE, según los últimos datos del Eurobarómetro. A ello se suma un dato aún más revelador: más del 40% sitúa la vivienda como su principal preocupación. Esta cifra debería sacudir las conciencias políticas de Bruselas, pero en cambio, lo que observamos es una peligrosa pasividad institucional y una desconexión de las élites políticas respecto a los problemas reales de la ciudadanía.
Von der Leyen prometió que los europeos percibirían mejoras en sus primeros 100 días. Hoy, más de 200 días después, no solo no hay avances visibles para millones de ciudadanos, sino que se percibe un retroceso en la confianza democrática y en la capacidad de Europa para proteger a sus propios ciudadanos.
Cabe recordar que en 1999, Jacques Santer dimitió junto con toda la Comisión Europea, a pesar de haber superado una moción de censura, por dignidad institucional. Hoy, en contraste, ni en Bruselas ni en Madrid parece haber voluntad de asumir responsabilidades: ni por el estancamiento europeo ni por los escándalos de corrupción que salpican al gobierno español. El afán de aferrarse al sillón, pase lo que pase, se ha convertido en una impronta transversal.
El estado de la UE no puede medirse únicamente en macroindicadores económicos o en promesas de futuro. Se mide en el acceso a una vivienda digna, en el coste de la vida, en el respeto a los valores democráticos, y en una política que escuche antes que imponga. Es hora de que Europa vuelva a mirar de frente a su ciudadanía y reaccione antes de que el desencanto se convierta en ruptura.