No es la primera vez que escribo a Cartas al director. Siempre lo he hecho por el mismo motivo. Reivindicar derechos de los sin voz, de los animales. Y siempre lo he hecho desde la ira que me producen injusticias que se cometen con los animales en acontecimientos puntuales. 

Hoy escribo por mí, para mí y por todas esas personas que sufrimos por lo que se les hace a los animales a lo largo y ancho del territorio español en fiestas populares. Hoy no escribo por ellos. Que son realmente la razón. Hoy reclamo mi derecho como ciudadana a que no se hiera mi sensibilidad con lamentables espectáculos, financiados para más inri con dinero público. Atrocidades como el sokamuturra, toro de Coria y el que, a usted, lector, le venga a la cabeza. Cualquier acto en el que se use un animal para divertimento. Pregúntese, lector, si a usted le gustaría ser uno de esos animales. ¡Es tan sencillo! Salvo si quien lee es un negacionista del sufrimiento animal. Algo ampliamente avalado por veterinarios y asociaciones de veterinarios y, por supuesto, por la ciencia. 

Situémonos de una vez por todas en el siglo XXI y respetemos la sensibilidad de los que nos repele, nos indigna, se nos agría el carácter y perdemos la esperanza en el ser humano con estos deleznables y anacrónicos actos que nos sitúan a la zaga de la inteligencia humana.