El caso Moldavia
La victoria del Partido de Acción y Solidaridad en las elecciones parlamentarias de Moldavia el pasado domingo no es solo un triunfo interno, supone un serio revés para la influencia rusa en la región. Moldavia, un país históricamente en la órbita de Moscú, reafirma con este resultado su decisión de acercarse a Europa y de consolidar un gobierno proeuropeo liderado por Maia Sandu.
Para Rusia, el mensaje es claro: su capacidad de presión política y económica se enfrenta a límites crecientes. A pesar de intentos de desinformación, ciberataques y maniobras diplomáticas para frenar el avance proeuropeo, el PAS ha logrado mantener su mayoría parlamentaria, debilitando la posición rusa en la región. La pérdida de influencia en la república exsoviética no solo afecta a la política bilateral, sino que también repercute en la estrategia rusa en el Este de Europa, incluida la frágil estabilidad de Transnistria, donde Moscú mantiene presencia militar y política.
Este resultado evidencia que el Kremlin ya no puede asumir que los estados de su vecindario próximo responderán automáticamente a sus intereses. Moldavia, con su clara voluntad de integrarse a la UE, muestra que la capacidad rusa de proyectar poder en países fronterizos está cada vez más limitada.
En conclusión, la victoria del PAS marca un punto de inflexión geopolítico: Moscú enfrenta un retroceso tangible en su esfera de influencia, mientras que Europa gana un aliado estratégico en el este del continente a las puertas tanto de Ucrania como de la OTAN. La reacción rusa en los próximos meses será clave para evaluar hasta qué punto Moscú está dispuesto a mantener su tradicional presión sobre Moldavia.