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Donantes y anécdotas

Donantes y anécdotasPatxi Cascante

Los recuerdos vuelven como si hubieran sucedido ayer. ¡Qué tiempos aquellos! Corría el año 1970. En aquellas fechas un compañero de la empresa donde trabajábamos, tudelano, Luis, también conocido como El caimán, uno noventa de alto por cien kilos de músculos, me sugirió que le acompañara. Con semejante aspecto no era para discutir con él.

Fuimos relativamente cerca. Por la avenida hoy Baja Navarra, entramos en un portal y accedimos al primer piso. Tenía aspecto de clínica y lo era. Me extrajeron sangre y la analizaron. Cuál fue mi sorpresa, me dijeron que tenía cero negativo y que podía donar. Al salir a la calle no pude menos que preguntarle: “Pero Luis, ¿qué me has hecho?”. Su respuesta contundente e indiscutible: “Nuestro lema es que un donante haga otro”.

Pasado algún tiempo, tras unas cuantas donaciones, me explicaron el por qué me citaban con frecuencia. Mi grupo sanguíneo valía para todas las intervenciones quirúrgicas, pero si tenían que intervenirme a mí, tendrían que poner el mismo grupo y RH negativo. Según las estadísticas publicadas, el 85 por ciento de la humanidad lo tiene positivo.

Al llegar a la jubilación, mi afición por la lectura me llevó a indagar la historia de Navarra. Curiosamente, parece ser que mi apellido se remonta a hace muchos siglos. Cuando Tudela era Tutila (árabe) hubo un dirigente Musa Ibm Banu Qasi. Se llevaron tan bien con los euskaldunes que convivieron durante muchos años, especialmente con Enneko Arista.

De anecdóticas se podrían calificar las declaraciones de Arzallus a los medios de comunicación afirmando que la sangre cero negativo es característica de la pura raza vasca. ¿No será que procede de la mezcla de vascos con los árabes?

Baslama (adiós en árabe).