Gases navarros

el pasado viernes, un grupo de madres de Irurita se echaron a la carretera para cortar el paso a los flamantes coches, de cierta marca alemana, del presidente Sanz y varios consejeros del Gobierno de Navarra. Acudían raudos y veloces a Elizondo para celebrar la llegada del gas natural al valle, pero tuvieron que frenar en seco y escuchar una demanda vecinal que viene de antiguo: la escuela unitaria de Irurita, la mayor de las que existen en Baztan, con 61 alumnos, no reúne las condiciones adecuadas ni cuenta con el espacio necesario para ejercer su labor con un mínimo de dignidad. En febrero del año pasado, el entonces consejero Pérez-Nievas se comprometió a levantar una nueva escuela para el curso 2010-11, pero igual que está pasando con otros acuerdos y temas que dejó pendientes el tudelano, éstos también han debido de terminar como envoltorio de bocatas de anchoas. La explicación que les dieron fue que, por causa de la crisis económica, hay que reducir gastos, y que sólo en el caso de que a final de año sobrara dinero de otros proyectos se podría hacer algo. Los vecinos de la localidad iniciaron una serie de enérgicas protestas que, al final, han dado resultado puesto que el Gobierno ya ha dicho que pronto tendrán escuela nueva.

Así parece que funcionan los tejemanejes y las misteriosas fluctuaciones de dinero de unas partidas a otras. Da la sensación de que dentro del aparato económico-digestivo de la Administración, los movimientos intestinales que se producen tienen mucho que ver con el tamaño de las movilizaciones sociales que los afectados por los recortes económicos son capaces de organizar.

Así las cosas ¿qué tendrán que hacer las familias del alumnado de modelo D de la zona no vascófona, que ahora se van a quedar prácticamente sin ayudas para el transporte, o los municipios a los que UPN pretende repartir sólo 10.000 euros entre todos para mantener los servicios de euskera y organizar actividades culturales en esta lengua, o los medios de comunicación que emiten en ella?