Lo decía uno de los publicistas de la serie Mad men, en la segunda temporada. Los publicistas son unos verdaderos expertos en todo lo que se refiere al funcionamiento de ese viejo artificio llamado ser humano. Un mecanismo, admitámoslo, poco sofisticado. Saben que estamos dispuestos a pagar para sentirnos especiales. Y que, por tanto, pueden vendernos cualquier cosa. Que pueden colarnos lo que quieran. Como, por ejemplo, agua del grifo a precio de buen vino. Es lo que hace la marca noruega Voss.
Un reportaje de la TV de ese país acaba de descubrirlo y un portavoz de la empresa ha admitido que es cierto. La botella (diseñada por el director creativo de Calvin Klein) contiene 80 cl. y cuesta 4 euros. Casualmente, hace unos meses vi en Youtube un experimento realizado en un restaurante de lujo californiano que consistía en lo siguiente: rellenaban con agua del grifo varias botellas en envases originales y con marcas en otros idiomas para sugerir un origen exótico, y a continuación la servían fría, con mucha ceremonia y en bonitas copas.
La gente la probaba con atención y acto seguido se ponían a elogiar su gran pureza, su sabor exquisito y todas esas vainas. Somos así. Al confesarles la verdad, reconocían humildemente que era fácil engañarles. Claro que lo es. Resulta hasta conmovedor. El dato es que en España se consumen al año 6.000 millones de litros de agua envasada. Cuando el agua del grifo es perfectamente saludable, supongo que no hace falta decirlo. Es un negocio extraño. Pero sólo es una metáfora del estúpido mundo en que vivimos.
Como el hecho de que en muchos restaurantes se nieguen a servir agua del grifo: forma parte del hijoputismo de los tiempos. Porque si el metro cúbico de agua del grifo cuesta un euro, el de agua envasada cuesta de 2000 en adelante. Si es Voss, 5000. Calculen el porcentaje de beneficio. En fin. En algunas ciudades (no españolas) han prohibido la venta de agua embotellada por considerar inmoral que se pague tanto por algo que sale del grifo. No creo que eso se deba hacer. Pero aquí tienen que empezar a cambiar algunas cosas. Digo yo.