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Los que más chiflan

ESTÁ claro que el que más chifla, capador. Ignoro qué relación puede haber entre el silbar con la chifla, o imitar su sonido con la boca, y la labor de extirpar o inutilizar los órganos genitales, pero es una expresión como muy guay para decir que el que más ruido mete es el que se lleva el gato al agua. Ignoro, también, qué puede tener de bueno llevarse un gato al agua, pero da igual. Al fin y al cabo más importancia que lo que se quiere decir la tiene el modo en el que se dicen las cosas, ¿no?

Buscamos lo chocante, lo raro. Algo que nos llame la atención en el maremágnum de la información diaria. Así, estos últimos días hemos conocido al casposo alcalde de Valladolid, el admirador de los "morritos" de la Pajín. Hemos leído también las lindezas que le ha dedicado Pérez-Reverte en su blog al ex ministro Moratinos por echar unas lagrimillas en el acto de despedida de su cargo. Dijo exactamente que era un mierda y que al ministerio se viene llorado de casa. Otro escritor, Sánchez-Dragó, ha provocado una riada de críticas por su afirmación de que mantuvo relaciones sexuales con dos chicas menores de edad.

Los medios quieren espectáculo y esta dependencia tiene un claro resultado positivo para quien la sabe aprovechar. No hay más que ver que los opositores a la línea de tren de alta velocidad llevan años intentando colocar sus mensajes, sin que casi ningún medio les haga caso. Tiñen de verde las aguas de unos cuantos ríos y todo el mundo se entera de su existencia. Un primer paso, por lo menos.

Los políticos, en este sentido, son auténticas vedettes. Son los más hábiles a la hora de buscar la fotografía y se enfadan mucho si alguien los quita del medio de un codazo. Si no que se lo digan a Yolanda Barcina. Hay que ver qué mal le ha sentado que el PNV y el PSOE hayan pactado siete milloncejos para Navarra. Está muy enfadada y lo mismo le da por no respirar y la volvemos a tener en la foto de portada.