Serpientes del verano
SI la serpiente del verano es la chapuza de la iglesia de Borja, vamos aviados. Nos animamos con muy poco, la verdad. Debe ser de pura alegría por los 400 ó 450 euritos que parece como que a lo mejor daban a los parados o para olvidar que al Gobierno no le ha gustado nada la sentencia del Tribunal Supremo sobre los centros educativos concertados que segregan a los alumnos según el sexo. Asunto este que al consejero navarro Iribas le ha llevado a decir que la sentencia del Supremo no tiene nada que ver con Navarra. Ignoro sus razones, pero me las puedo figurar. Están relacionadas con el abuso político, social y urbanístico que pretenden cometer en Donapea, alejando del lugar un centro de Formación Profesional que por alumnado y pobre diseño arquitectónico, afea el conjunto oxoniense al que solo le falta que el río Alrevés tuviese caudal suficiente como para hacer regatas de traineras. En efecto, tanto Wert como Iribas son unos decididos partidarios de ese tipo de centros educativos y, estando ellos en el gobierno, se hará lo que acuerden no con arreglo a las leyes, sino a sus creencias religiosas particulares, que es con las que hay que acomodar las leyes, como se irá viendo si la crisis económica y unas nuevas elecciones no los ponen en la calle, que ya va siendo hora. Por el momento tienen mayoría parlamentaria, en Madrid. Hace tiempo que se sacaron de la manga, con nostalgia, que el franquismo no fue un nacionalcatolicismo, que suena mal, a algo zafio, poco elegante, sino un Estado católico, a secas, de un particular catolicismo quieren decir. Es más que probable que la voluntad de un Estado aconfesional acabe siendo papel mojado.
Frente a estos asuntos que resultan inhumanos con la calorina, asombraba la marejada de burlas que ha suscitado el borrón de Borja, la agudeza de los sesudos comentarios sobre la pura nada, las citas de las citas, los alardes de ingenio y erudición, la virguería teórica, la bobería. Algo posmoderno de veras, metartístico e intertextual, digamos. Andy Warholl no andaba muy lejos, o su espíritu. Serpiente de verano pues, pero de cartón piedra, solo buena para tarasca festiva a nada que se le arrimen unos petardos. Serpiente del verano en fiestas, serpiente de secarral, y un pueblo que sale de la inexistencia gracias a una chapuza que inspira más piedad que otra cosa, y que ahora tiene un motivo de peregrinación y, en estos tiempos de crisis, un pequeño balón de oxígeno para la industria hotelera local: la pacotilla de recuerdos ya está tardando.
Mejor aplicarse a la pifia de Borja y a su misterio mediático (¡Oh! El poder de las redes sociales) que enfrentarse con el caso de la atleta somalí que murió en una patera cuando trataba de llegar a Europa; esa Europa que con euro o sin él, con paro y progresiva exclusión social, sigue siendo el territorio de Jauja, si lo comparan con el que han dejado atrás. Y es que en este caso hay muy poco que decir, a muy poco que no se comente solo me refiero. Te hace ver que solo las circunstancias particulares de la fallecida han rescatado a esta del anonimato y de la rutina de otras muertes y de otras historias de desdicha que ignoramos y que se consumen a diario, y al que sus protagonistas parecen estar condenados. Anónimos y lo más invisibles posible. Y no nos arrancan un comentario, son muchos, están muy vistos, y están lejos, y tampoco es que sean de otro país, porque lo que sucede en el nuestro, allá abajo, tampoco nos conmueve ya tanto. Nos sobran de tal manera los motivos de conmoción, que ya es difícil que nos conmueva de verdad algo, para eso ya está la cara de Borja a la que solo le falta que haga algún milagro. Y nos reímos como locos. Y tal vez lo estemos. Y tal vez sea que no andamos sobrados de motivos de risa.
"Somos personas humanas", aseguran los familiares de la niña enferma que de chabolista ha pasado a la fragoneta a la que volverá cuando terminen de operarle de un tumor cerebral en la Clínica Universitaria de Navarra. Las chabolas de Puerta de Hierro... ¿Cómo va a haber chabolas en Puerta de Hierro? Y contento con que no vaya a imponerse la obligación ética de denunciarlas. El mendigo es presa fácil, el chabolista también, la prostituta por supuesto, el sin papeles enseguida. Todos los débiles o los que están en situación de debilidad lo son. El débil es una especie abundante, tanto que va sobrando y se irá por sí mismo cuando muera no de enfermedad, sino por no poder pagarse la vida, como decía el doctor canadiense Norman Bhetune, testigo de la masacre de la carretera Málaga-Almería, en febrero de 1937. El derecho a la vida de verdad digna es un asunto ya muy relativo y bastante demediado, basta rascar un poco y mirar otro poco para darse cuenta del estado de la cuestión.
Con todo, me gusta esa expresión de "personas humanas", porque probablemente esos chabolistas saben por experiencia que se puede ser humano pero no por ello, no por fuerza ser considerado persona, y hasta al revés. De poco sirve ahora mismo que seamos personas si no nos consideran como tales. Esto también está cambiando mucho y más que va a cambiar.
Denuncia al mendigo y denuncia al chabolista, denuncia al que estropea el paisaje, denuncia a quien puede ser un peligro o al menos parecerlo. Por ahí se empieza. Lo que luego suceda no es cosa tuya. Semanas atrás estuve leyendo denuncias de 1936 -de vecinos a vecinos condenados a la convivencia en pueblos minúsculos- y metía miedo la miseria que podemos ser capaces de sacar a la luz por coba, por hacer daño, por supervivencia, por ser como hay que ser para no acarrearse males mayores, por el fino olfato que nos indica por dónde sopla el viento más favorable, y en última instancia, por gusto, para ser del sistema, para estar con él, y ver si a su sombra se obtiene algún beneficio, algún barato.
El "Denuncie si quiere" es, en cambio, frase de desprecio de quien sabe que tiene la fuerza de mano y que, pase lo que pase, el abuso se habrá consumado antes de que la denuncia del perjudicado llegue a algo. En sus relaciones contenciosas el ciudadano tiene, si no todas las de perder, sí al menos muchas, no dispara con pólvora del rey, a veces no puede pagarse ni la propia y si se la dan gratis, peligra que se la den mojada. La justicia tiene su precio. Quien mejor lo sabe es quien empuja. Prefiero reírme de otras caras y del baile de otras serpientes amaestradas.