Puro y palo
Ese es el Non Plus Ultra del régimen autoritario y policíaco de Mariano Rajoy, la divisa que adornará su futuro ducado. La imagen del mandatario de cuarta echando humo es la de un chulo de pueblo al que sus matones guardan el capricho: fumarse un puro en la Quinta Avenida como el no va más de lo refinado, de lo torero, cuando en realidad es el símbolo del desprecio y la prepotencia: puro en Nueva York y palo en las calles españolas; puro para él y palo para el resto, un día sí y otro también, en las calles, en nuestras ciudades, y mucho humo para cubrir la incompetencia.
Y encima, con la carga de desastre económico y la fractura social que lleva a la espalda, habló en la ONU de Gibraltar español, como Franco, igual que Franco, solo que al dictador las calles se le llenaban con ayuda de la policía y de la Falange y del NODO, y ahora las calles se llenan de gente que expresa hartadumbre, desacuerdo radical y pide que se vaya. Gente a la que se quiere echar de la calle a golpes, ya se manifieste de manera pacífica o violenta. Por no hablar de que esta vez se ha demostrado de manera palpable que hubo reventadores con placa, aunque no con número. Alguien con mando necesitaba dar una lección, un escarmiento y lo preparó al detalle. Las calles van a ser de nuevo suyas, como en tiempos de Fraga y de Martín Villa, a base de golpes, de miedo y de una legislación manejada con intención represora como si fuera una recortada. El pasado va a repetirse.
Prepotencia, abuso. La de Nueva York no es la imagen del placer del humo, sino la de la prepotencia, institucional ya, una forma de gobernar, de hacer del mal gobierno una mística. Fumarte un puro, aunque te abucheen. Un gobernante que ignora su descrédito internacional como si estuviera en los toros a ritmo de Paquito el chocolatero, y que piensa, torero, que una mala tarde la tiene cualquiera, resulta patético. Y no sigo porque los símiles taurinos me dan asco.
En la ausencia de identificación, legal y preceptiva de las fuerzas antidisturbios hay voluntad de quebrar derechos de los ciudadanos: su defensa pobre y elemental frente a los abusos de poder. Actuación dolosa, pública y notoria, a la que la magistratura hace ojos ciegos y oídos sordos. Pero no, se condecora a los mandos de esas fuerzas como han condecorado a la Virgen del Pilar, puroalmorro, no me cabe duda, y a copazos. El catering que paga Morenés da para esto y para más.
El ciudadano ya no tiene confianza en las instituciones, les tiene miedo y el miedo será eficaz, pero es poco democrático... Tal vez organicen una concentración de apoyo a la violencia institucional en la plaza de Oriente, y en el balcón de Palacio, sobre la fervorosa marea humana... Rajoy fumándose un puro.
El humo de un puro: el símbolo del rajoyato. El de este personaje de tablao que prometió la felicidad de los españoles, es un sueño mediocre, chato, de patán al que le toca la lotería: fumarse un puro en la 5ª Avenida, eso sí que es haber llegado en la vida y lo demás cuento.
Puro no sé, pero si quiere mantenerse tres años más en ese machito va a necesitar mucha policía, muchos matones espontáneos que actúen como los de Atocha, mucha magistratura servil del ejecutivo y carente de verdadera independencia, y mucho humo, mucho, de tabaco e informativo; de esa información que su gobierno ha convertido en consignas y en leña al fuego. Hace falta mucha porra y más humo para gobernar un país en el que una parte significativa de la ciudadanía no confía en las instituciones, cuando no las desprecia frontalmente y las ve como enemigas.
En la estación de Atocha, matones de seguridad coadyuvaron con antidisturbios agrediendo sin motivo alguno a pasajeros, como se ve en los documentos gráficos. Hemos venido denunciando la impunidad total en la que se mueven esos cuerpos parapoliciales, en cuyas empresas tenía, entre otros, intereses personales el actual ministro de Defensa.
De los varios testimonios de los detenidos en Madrid se deduce la evidencia de maltrato, de trato vejatorio y de sevicias, de una crueldad impropia de uniformados de un Estado democrático. Sí, pero tenemos la completa seguridad de que la magistratura ni ahora ni nunca se va a dar por enterada. En todo caso, empapelarán a los agredidos, como acabarán por empapelarnos a nosotros por hacernos eco de lo que es del dominio público, de lo que se da testimonio público en un sitio y en otro. Penoso, pero muy significativo del país y de la época en la que vivimos. Las redes sociales se han hecho eco de las denuncias -como la del ciudadano francés al que se le quiso hacer firmar declaraciones de hechos falsos- y esas denuncias están dando la vuelta al mundo, alcanzando límites de audiencia que el régimen autoritario del rajoyismo no puede parar. Eso ahora mismo no lo pueden impedir. Mañana seguramente sí.
El abuso policial, las marrullerías policiaco-judiciales con las defensas letradas de los detenidos son notorios y contribuyen al descrédito del régimen. Me temo que lo sucedido en las últimas semanas, cuya guinda es ese puro al que le ha faltado un pasodoble, ha terminado por consumar una fractura social cuyas consecuencias son imprevisibles. La actuación de la magistratura con los detenidos de Madrid es también parte de esa fractura que se resume en un ellos y nosotros que marca la discordia civil, todo lo incruenta que se quiera, pero discordia. Hay miedo a aceptar esa fractura, ese encono y esa discordia; miedo que se refleja en los diarios que si bien dan las noticias, concediéndoles crédito, se abstienen de comentarlas porque tienen miedo al comentario y a su alcance. Confían, como los propios gobernantes, en que el tiempo todo lo pare y diluya, y cuando lleguen las penas y los juicios, todos estén a otras. Llama la atención las pocas y muy leves penas cuando no sistemáticas absoluciones que se producen en todos los casos de abusos de autoridad, trato vejatorio y concordantes. Llama la atención, sin más. Por comentar.
Malo cuando un país necesita de nuevo observadores extranjeros, prensa y medios gráficos que den cuenta de lo que pasa en sus calles y en sus escenarios políticos, malo de verdad.
Y para terminar, versos de Jaime Gil de Biedma, el primo de Esperanza Aguirre: De todas las historias de la historia/ la más triste es la de España/ porque termina mal.