baztan es una película diferente, pero no es un tostón. Diferente a la estética y los ritmos a los que nos tiene mal acostumbrados el cine estadounidense, pero no es, ni muchos menos aburrida.
Aunque habla de la discriminación que sufrieron a lo largo de muchos años los agotes del barrio de Bozate, en Arizkun, nos lleva a abrir el foco y a hacernos preguntas en torno a la segregación en general: ¿por qué? ¿quién y qué gana con esto?
Es una película elegante, llena de imágenes impactantes que parecen auténticos cuadros en movimiento, que te transportan a otros tiempos y te invitan a comerte los paisajes, las casas, los personajes? con los ojos.
Más de cuatrocientos vecinos y vecinas del valle participaron en el rodaje de las escenas de época del siglo XVII y de las actuales, que se van entrelazando a lo largo de la trama. Todo esto le da un aire raro, cercano, a camino entre la ficción y el documental. Da la sensación de que así como hay cosas que sí evolucionan, hay otras que no cambian tanto con el paso del tiempo, como el entorno, su tranquilidad, la forma de ser de sus gentes o el euskera. En ese sentido me ha parecido realmente acertado el tratamiento que le han dado a la lengua. Muestra cómo en otros tiempos era la habitual, y única para muchos, y hoy en día sigue siendo la lengua principal de niños y mayores, aunque también hay gente que no la habla o que, conociéndola, no la usa. Real como la vida misma. Muchos diálogos de la película están rodados en baztanés y subtitulados al castellano. Unax Ugalde, Joseba Apaolaza, Ramón Agirre, Kandido Uranga? han hecho un trabajo espléndido imitando la entonación y la pronunciación de la zona, con la ayuda de la gente.
Algunas cosas te pueden gustar más o menos, lógicamente, pero, sin duda, merece la pena ver esta película y verla, además, es una manera de colaborar para que los que tienen ganas de contar historias lo puedan seguir haciendo, aun en tiempos tan difíciles como estos.