Este año me he portado bien. No he metido la mano en las rendijas de las murallas, no he aceptado rolex de lujo sin hacer preguntas ni he cobrado dietas de 2.500 euros por reunión en la Can hasta dejarla más seca que la mojama. No les he quitado dinero a los abuelos, ni les he cobrado por las pastillas. He pasado de mirar las ofertas de viajes de fin de semana en Berlín, a estudiar los folletos de los supermercados en busca del pollo más barato. Me he apretado tanto el cinturón que ya le he dado dos vueltas a la cintura.

Por todo ello te pido que, por favor, no me traigas la barbie desahuciada, sin casa, divorciada de Ken y con dos barriguitas y un nenuco a su cargo, ni el lego Reyno Arena que, la verdad, no sé ni para qué lo quiero, y ya sé que te ha costado hasta ahora 47,1 millones de euros y que el año que viene vas a tener que poner otros 10 millones más. Tampoco quiero el Scalextrix de Los Arcos, que me han dicho que sale muy caro en pilas y cada año te deja una osca de 3,5 millones de euros, tanto como el parque de Sendaviva con sus pobres animales encerrados. No quiero más juegos de construcción porque todavía tengo sin abrir la caja de Monta tu ciudad Guenduláin de 20.000 viviendas en un trigal. La Wert-escuela de Pin y Pon con su crucifijo de regalo tampoco me gusta, aunque incluya un DVD con el Himno de España y Cara al Sol en inglés. Y, por supuesto, el Cefa-Francking ese para romper las entrañas de la tierra e inyectarle compuestos químicos letales para obtener gas natural, no quiero ni verlo.

Por favor: no más princesas, ni príncipes, ni infantas ni nada de nada, que los que tenemos ya nos salen muy caros (8,26 millones de euros este año), y armas y soldaditos tampoco que para 2013 ya hay previsto un gasto militar de 16.492 millones de euros.

Querido Olentzero, si mañana no se acaba el mundo, tráeme lo que puedas, cualquier cosilla, pero que no sea cara.

Muxu bat.