Síguenos en redes sociales:

Ingenierías e ingenieros

Pero no precisamente del verso, como Gabriel Celaya, ni muchos menos obreros, porque contra ellos, contra la clase trabajadora actúan en propio beneficio. Ingenieros... pero no a secas, sino en múltiples especialidades, ligadas todas al fraude y a la marrullería, a la manipulación de las leyes, al sistema de las apariencias de legalidad y a la ocultación de lo que es indecente y moralmente reprobable, a los sistemas alambicados y abstrusos de enriquecerse desde las instituciones; y sobre todo a hacer que lo ilegal, lo abusivo, pase por lo contrario, es decir, por la legalidad inmaculada, por el sistema habitual de hacer las cosas, de gobernar y de beneficiarse de las instituciones del Estado.

Hace unos cuantos días leí un titular de prensa que decía: "Rajoy da por superada la enorme crisis financiera y de deuda pública". A bote pronto pensé y escribí: "Ay, mi madre, la que se nos viene encima". Y lo hice sin saber que, por ejemplo, por cosas de la ingeniería financiera, las acciones de Bankia iban a valer alrededor de un céntimo y que los ahorradores en posesión de preferentes (otra obra de ingeniería) iban a perder en torno al 61% de sus ahorros.

Ante esta situación, la ingeniería fiscal y el juez de instrucción no actúan de manera decidida contra los autores de esa estafa mayúscula y no dictan prisión contra los responsables, dándoles todo el tiempo que quieran para eludir la acción de la justicia; entre otras cosas para construir, gracias a sus propios ingenieros, unos eficaces sistemas de defensa que les permitan eludir y desvanecer sus responsabilidades en esa actuación criminal. Nadie va a prisión y nadie va a pagar por los daños cometidos... y los perjudicados tampoco van a salir a la calle; tampoco van a tomar las instituciones, sino que van a pasar a engrosar la legión de expoliados, humillados y ofendidos, sin más.

Y es que, gracias a la ingeniería policial, tan perversa como todas las demás o más, los despojados saben que pueden partirles la cabeza de manera impune y multarles de seguido y cargarles con antecedentes penales o policiales, es decir, complicarles lo indecible la vida. La ingeniería policial, con la cobertura de la judicial, es una máquina de generar indefensión y miedo; indefensión, miedo y odio implacable e impotente, pero odio, resentimiento social. Asuntos estos que a quienes tienen sus dineros a buen recaudo no les inquietan lo más mínimo, porque es precisamente a su servicio al que actúa esa doble ingeniería de la porra y el código trapacero. No están para proteger al ciudadano y defender sus derechos, sino para blindar a la casta dirigente.

Volví a acordarme de las aladas palabras de Rajoy cuando leí, en el diario Público, que "los desahucios en 2012 superaron la barrera de los 100.000. Las ejecuciones hipotecarias instadas por los bancos se dispararon hasta las 91.622, un 17,7% más que en 2011. También batieron récords los despidos denunciados en el Juzgado, con 147.404, y las empresas que se declararon en concurso, 10.290". Cifras y más cifras que la ingeniería informativa tergiversa y manipula hasta darles la apariencia de irrealidad, de ser algo ocasional, episódico, pasajero e irrelevante, porque las cosas van como nunca... en eso no les falta razón.

A ingeniería, a su muy potente ingeniería pesada, va a recurrir la banca para no dejarse afectar por las sentencias europeas en relación a los desahucios y a las cláusulas abusivas del créditos hipotecarios. En realidad ninguno de los actores activos de ese drama está a favor de dejar de ganar dinero a costa de los desahuciados y de sus despojos.

Ingeniería jurídica la de Miguel Sanz y Yolanda Barcina, la de la ya llamada "banda de los cuatro", que inventaron un sistema feliz de reuniones nominales y repetidas sobre sí mismas, para cobrar dietas millonarias sin hacer nada, algo en lo que la jueza que se ocupa del asunto de la Can ve indicios de cohecho. Los interesados, los que han cobrado y cobrado hasta forrarse, se aferran a que "¡Era legal, era legal!", y de ahí no salen. Es decir, están plenamente convencidos de que su impunidad se debe a que su forma de enriquecerse estaba protegida gracias a la trapacería urdida por sus ingenieros financieros y jurídicos: una clamorosa artimaña en beneficio de la codicia de unos sujetos a los que las reprobaciones políticas les resbalan. Son esos ingenieros los que también deberían responder ante los tribunales porque la intención de que esa forma indecente y por completo asocial de ganar dinero quedara oculta, es clara, patente, manifiesta. No olvidemos que de no haberse denunciado, esta trama de corrupción "legal" no habría salido a la luz jamás porque estaba pensada para eso. La intención del fraude estuvo clara desde que los ingenieros del ramo le dieron cuerda al artilugio.

Ingeniería policial y judicial la que en boca del ministro de Interior transforma el fraude de ley o la estafa procesal, en una forma de incumplir la ley que en un particular sería plenamente delictiva. La intención de incumplir la ley es dolosa, plenamente dolosa. Y además es pública, indica prepotencia e intención de actuar en fraude de ley, porque esto es lo que con la perversión del lenguaje se encubre: el fraude de ley. Y no es la primera vez que lo dice.

Ingeniería informativa y mediática la que practica el gobierno de manera sistemática para burlar al ciudadano cuando se producen denuncias como las de los malos tratos y torturas practicadas en la base española de Diwaniya, que se esfuman detrás de la estrategia del silencio o del eficaz recurso a la verborrea patriótica, al banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda; o cuando se habla de las andanzas y cucamonas de la Corinna y Mr. Schumer; o cuando se dice que un barón de la Corrupción, el marido de la Mato, se lleva 229.000 euros de indemnización por despido; o cuando aparecen los trabajos de ingeniería que permitían trasvases de dinero entre el Partido Popular y la trama Gürtel; o cuando el Bárcenas declara: "Diré lo que tenga que decir según mis intereses"... Se habla, pero no se habla, se echa a rodar la ficción de las comisiones de investigación, las que todo el mundo sabe que dan en nada, se niega, se acusa: ingeniería mediática. Mucha.