Síguenos en redes sociales:

La coloradica que no falte

vuelta al cole. Actualmente a lo largo del año el curso escolar es nuestra principal unidad de medida de tiempo por delante, incluso, del año natural y de otros ciclos relacionados con la naturaleza que eran de uso común anteriormente. Hoy en día pocos saben cuándo se siembra, se cosecha o cada cuánto tiempo nacen corderos, por ejemplo.

Así que es realmente ahora, a principio de curso, cuando tenemos que hacer la consabida lista de buenos propósitos. Yo lo de dejar de fumar y hacer dieta, afortunadamente, me lo puedo saltar. Lo de hacer más ejercicio y seguir con el inglés, reconozco que me vendría bien, pero yo lo que este año realmente quiero asegurar es que de septiembre a junio no me falte todas las semanas una ración mínima de poesía, de imaginación y de desmelene, intelectual o de otro tipo. Algo que haga menos letal la rutina y la sobrecarga de tareas que a muchas y muchos nos atrapa y poco a poco nos va desgastando haciéndonos reptar, a duras penas, hasta las vacaciones siguientes de Navidad, Semana Santa o lo que sea. No. Me niego. Me voy a auto recetar esta dosis, como el médico receta la dichosa pastilla coloradica a casi todos los que pasan de los sesenta y cinco.

La primera la voy a tomar hoy mismo en la Filmoteca de Navarra a las ocho: quiero ir a la proyección de "Emak bakia", la primera película del pamplonés Oskar Alegría, que narra su búsqueda de una casa de la costa labortana en la que hace más de 80 años el americano Man Ray rodó un filme experimental.

Una obra premiada en varios festivales internacionales y de la que se han dicho cosas como"¿Es esto un poema o una película? Creo que ambas cosas" (John Banville),

"Emocionante y maravillosa, como una gran sesión de magia" (Frédéric Beigdeber) o"Una película que le hubiera encantado a Man Ray" (Víctor Erice).

El resultado de una búsqueda que un día comenzó pero que no se sabe dónde termina porque, como dijo Octavio Paz: "Nunca se va tan lejos como cuando no se sabe a dónde se va".