El poder del vino
es sabido que el vino tiene muchas y muy buenas propiedades. Dicen que estimula el metabolismo, fortalece el sistema inmunológico, protege el corazón y es beneficioso para las articulaciones. El alcohol en general, con moderación, no es malo para el cuerpo, pero en dosis mayores puede tener consecuencias negativas para nuestro organismo e incluso efectos inusitados como el de provocar la teletransportación ("¿cómo he llegado yo aquí?"), la invisibilidad ("voy a mear aquí que no me ve nadie") o el efecto Photoshop ("¿y este era el macizorro guapetón con el que me enrollé yo anoche?"). Pero lo que no sabíamos hasta ahora es que también tiene el increíble poder de hacer dimitir a un alto cargo de UPN, propiedad solo casi exclusivamente atribuible hasta ahora a los escándalos inmobiliarios de los exalcaldes de Egüés. Algo que no han conseguido el destape de las vergonzosas dietas de la Can, los intentos de interferir en las actuaciones de Hacienda, las peticiones parlamentarias o las duras críticas de los sindicatos de Policía Municipal, lo consiguen ahora unos tragos en mal momento.
Ahora dicen el alcalde y el Gobierno que la actuación de Ignacio Polo es ejemplar, pero dimitir en estas cir-cunstancias es lo normal. En otros lugares los políticos dimiten por falta de confianza, por coqueteos con las drogas, por una simple multa de tráfico o por cuestiones de amoríos y sexo desatado. Aquí esto último es más difícil porque para eso somos más bien sosos. O no. Puede que sea que los periodistas no preguntamos lo suficiente, como en el asunto de las dietas Can, según insinuó Yolanda Barcina en una entrevista a Vanity Fair.