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Versos ripiosos

creo que es influencia de la primavera y de la noticia de la recuperación de la estatua de bronce de Gustavo Adolfo Bécquer que habían robado la semana pasada de las inmediaciones del castillo de Trasmoz, en Zaragoza. Dice la policía que detuvieron por este delito a tres personas tras encontrarles a dos de ellas un recibo de una chatarrería cercana que les había comprado 99 kilogramos de bronce a 2,5 euros/kg. Tal vez les hubiera ido mejor si no hubieran tenido el justificante del pago, como hacen los políticos de los sobres y los grandes delincuentes de guante blanco. En cualquier caso el gran Gustavo Adolfo me ha inspirado y no he podido evitar hacer unos versitos en su honor:

"Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, yacía la tele de plasma. ¡Cuánta señal digital de ETB atascada, como el pájaro dormido en las ramas, esperando un aparato mutiplex que pueda descodificarlas! ¡Ay!, pensé; ¡siempre la dichosa euskarafobia, siempre la misma tabarra, y oí la voz de Barcina repitiendo: 'Es por el interés general de Navarra".

O este otro:

"Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a tus cristales jugando llamarán. Volverá el año que viene al Parlamento el ángel de Aralar y Adanero, Sergio Sayas, Villanueva y Catalán ni se percatarán de que al santo se le pide que proteja a ¡Euskal Herria!".

Y para terminar:

"Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando la Barcina se hunda del todo, ¿sabes tú a dónde irá?".

Un poco ripiosos, lo sé. ¿Qué le vamos a hacer?