Síguenos en redes sociales:

Y así vamos tirando

Contra Monedero se querella un sindicato policial por calumnias con publicidad. Mucho calumniar ha sido eso. Yo creo que el honor o lo que va quedando de él, se defiende de otra manera, ni a golpes ni a multazos, y sobre todo lejos de los juzgados: no eres más honorable porque así lo certifique un juez. Hay miles de ciudadanos que no pueden defender su honor a base de querellas pagadas con pólvora del rey; pero lo que yo crea y nada viene a ser lo mismo.

Guste o no el movimiento Podemos, lo cierto es que la cacería empezó la misma noche en que se conocieron los resultados electorales a las europeas. Y ahora, de cara a unas municipales adornadas con el florido collarón del pucherazo y el abuso, esa partida de caza se ha recrudecido. Ya todo vale con tal de abatir pieza, la que sea, pero de la camada que pueda hacerle daño a la casta.

Y mientras el gobierno desecha la idea de que los "exiliados" voten en el territorio del que se fueron, el trastornado Fernández insiste en ese pucherazo de fondo ideológico y por completo abusivo: ese censo particular y policial debería ser público con especificación de los motivos concretos.

El último montero apuntado a la montería de esta Escopeta Nacional ha sido Felipe González que ha tenido la desvergüenza de comparar a Podemos con Le Pen y con Chávez. No es que esté chocho, que igual también, sino que es un desvergonzado.

A Felipe González habría que recordarle que no en vano su época dio en llamarse felipismo y que eso era sinónimo de corrupción generalizada, nunca del todo investigada a fondo, de un pesebrismo alegre y del enriquecimiento notorio de todos los que se arrimaron a la cúpula de aquella casta. Habría que recordarle el origen tan socialista y tan social de su colosal fortuna personal desde cuyo poder social habla. Su prestigio no es otro que el de pertenecer a una casta que hizo y hace de la cosa pública su negocio. Habría que recordarle la manera en la que la investigación del GAL y de sus crímenes se detuvo en la cabeza de unos chivos expiatorios, de una desvergüenza fabulosa eso sí, pero que en la práctica impidió que un juez terminar por dar con aquel Señor X que, puro al morro, tuvo la idea de echar a rodar la guerra sucia.

¿Y ese personaje se permite el lujo de comparar a Podemos con Le Pen y Chávez? Me preguntaban ayer, bien lejos, qué pasa con el nuevo y joven rey "tan preparado". No supe qué decir al margen de que con sus innecesarias manifestaciones de belicismo lacayuno con los Estados Unidos, va camino de suministrar argumentos sobrados para sostener la necesidad de tumbar a la monarquía para que este país pueda experimentar un verdadero cambio político y social. Y cuanto antes mejor. Un viejo político boliviano dijo algo inefable: el riesgo del independentismo catalán es que se rompa el amor que nos tenemos los españoles los unos a los otros, porque eso, el amor, es lo que nos mantiene unidos... sí, como el rosario de la radio de cuando "el parte". Cuando regresé al alojamiento tuve que llamar a un médico, pero fue por otra cosa. No se me había roto nada de la risa.

Y para terminar, una arbitrariedad y un abuso anunciados. La Embajada española en Holanda ha prohibido la presentación de la novela Victus, del escritor Albert Sánchez Piñol, que fue el libro más vendido el día de Sant Jordi, en la sede el Instituto Cervantes de Utrecht, en Holanda. La novela trata de los últimos días de la Guerra de Sucesión y de la rendición de Barcelona, el 7 de noviembre de 1714.

Dejando a un lado que por experiencia tengo la peor opinión que se pueda tener del Instituto Cervantes, el motivo de la prohibición, albardada en patrañas retóricas, ha sido que se trataba de una conferencia "sensible", teniendo en cuenta el ambiente independentista catalán y la pugna en torno a la anunciada consulta del próximo 9 de noviembre.

Me temo que vamos a toparnos con muchos temas sensibles que van a ser retirados de la vía y vida públicas por las bravas, en materia de expresión de ideas, de manifestación, de exhibición de símbolos y banderas que, a título particular encima, están ya cosechando multazos por parte de las fuerzas del desorden. Y así vamos tirando.