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‘Chemtrails’

Para sobrevivir en un mundo tan complejo y en tiempos tan revueltos como estos necesitaríamos estar despiertos y atentos, pero no es así. Nos engañan y nos engañamos. Las modas, incluso las más tontas, se imponen y hasta condicionan a quienes uno consideraba perfectamente capaces de analizar racionalmente la realidad. Por ejemplo, corre la especie de que esas líneas del cielo, esas nubes de condensación provocadas por los aviones, no solamente son ahora más abundantes sino que son también más persistentes y, no solo eso, que parecen servir a ocultos propósitos, desde sembrar misteriosos pero sin duda perniciosos productos químicos que nos enferma o mediante los que nos controlan. Zombies andamos...

Chemtrails les llaman y seguro que conocen a alguien cercano que en los últimos meses ha ido desarrollando el miedo o la sospecha sobre este tema. Ya digo que me he encontrado con esta paranoia en algunos que creía bastante cabales. Ya no lo son; ya no les vale la explicación convencional (y cierta) de que esas trazas son vapor condensado, es decir, nubes, debido a que los reactores de los aviones permiten que se agreguen. Que no pasa nada más que hay más aviones, y con ello más rayas, más en regiones como la nuestra sobre la que discurren varias aerovías internacionales. Que no hay forma de regar con esas nubes nada, que para envenenarnos ya tenemos los coches, el tabaco... Qué zombies estamos realmente todos, pero no por ocultas conspiraciones sino por clarísimas manipulaciones de los medios de comunicación, de los gobiernos y etcétera. El pan y el circo de siempre, que nunca ha necesitado sembrar psicotrópicos con aviones. Sé que no me creerán, que arquearán la ceja y dirán: ya, ya, pero algo hay ahí fuera. Y es que vende más el misterio de todo a 100 o cuarto milenio que pensar críticamente.