Xanti el removedor
Mi amigo Xanti es una gran persona con un gran problema: su cuerpo va perdiendo capacidades poco a poco. Lleva años sentado en una silla de ruedas. Con ella viaja sin parar de conferencia en conferencia, de teatro en teatro? No creo que haya nadie en Pamplona que acuda a tantos eventos culturales como él.
El otro día estuvo en el Teatro Gayarre, como tantas otras veces, y como siempre le dijeron que tenía que pagar la entrada más cara y colocarse al fondo de la sala, detrás de todas las butacas, desde donde los actores se ven todos a tamaño Gorgorito.
Xanti fue concejal del Ayuntamiento de Pamplona y sabe muy bien que la alcaldesa Barcina se opuso a la instalación de un ascensor en este teatro. Sabe también que en Baluarte, por ejemplo, a las personas que van en silla de ruedas les ofrecen precios especiales para compensar, de alguna manera, el no poder elegir dónde se quieren sentar.
En el Gayarre no. El otro día más de la mitad de las butacas estaban vacías y Xanti se fue a la primera fila y se colocó en el pasillo. Rápidamente un empleado trató de hacerle desistir. Al final consiguió ver la obra desde allí. De acuerdo que no sea el sitio más idóneo por motivos de seguridad, pero los responsables de la Fundación Gayarre deberían buscar soluciones prácticas y eficaces a estos incidentes antes de que se produzcan, sin esperar a que el enfrentamiento se escenifique de una manera tan desagradable.
No basta con que la ley diga que obliga a los poderes públicos a “remover los obstáculos que impidan o dificulten la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.” Luego hay que remover esos obstáculos.