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Novela negra a la navarra

El inspector abrió la puerta de su casa, se quitó la gabardina y fue literalmente a desplomarse en el sofá. “Hola cariño -le dijo a su esposa- necesito una copa.”

“Mmm, como en las películas. Mal asunto” pensó ella para sus adentros y le sirvió una copa de orujo de su pueblo, que era lo más parecido al whisky que encontró en el mueble bar.

“¿Mal día?” Le preguntó ella. “¡Buf!” respondió él. Y continuó: “Me lo veía venir. Acaban de encontrar un cuerpo flotando en el río Sadar, enganchado en unas ramas. Parece que era un antiguo directivo de Osasuna. Tenía un maletín abierto sujeto a la muñeca con unas esposas y nos tememos que llevaba allí documentos muy comprometedores para Osasuna y la CAN. Pero con la riada será casi imposible recuperarlos. De hecho algunos parece que ya han pasado por Puente la Reina. Estamos montando un dispositivo con redes de pesca a la altura de Castejón.”

En ese momento el inspector recibió una llamada: “Ostras, ¡no! Me tengo que ir, querida. Un miembro de la Fundación CAN acaba de subirse a la estatua de los fueros y amenaza con contarlo todo si no le aseguran un puesto de consejero ejecutivo en Audenasa, en Sarría o algo similar. Y esto no ha hecho más que empezar. Tenemos sospechas muy serias en torno a la veracidad de la supuesta garganta de Gayarre que se conserva en el Museo. Hay motivos para pensar que la verdadera se fue por el desagüe de la fregadera un día de limpieza general. Y es más, esto es top secret: hemos recibido un soplo que dice que el brazo incorrupto de San Francisco era en realidad de un santón de medio pelo de la India. ¡Esto es el fin de Navarra!”.