En el acto vintage de inauguración del cuartelillo de Fitero vimos claramente que a Yolanda Barcina no le gusta nada el papel que le ha tocado en el último montaje: el de kleenex. En el guión estaba escrito que ella anunciaría su candidatura para ir en la lista de UPN al Parlamento y a continuación saldría a escena un dinámico Esparza para dejarla fuera de juego argumentando que quiere un partido renovado. (¿Con Adanero, Catalán y él mismo?). En el siguiente acto Yolanda aparecería serena delante de los medios para anunciar su retirada por el bien del partido, o de Navarra, que es lo mismo. Se escenificaría así el fin de la época anterior pringada de salpicaduras de las dietas de la Can, Osasuna, las obras faraónicas, los recortes, las broncas con el PSN? y comenzaría una nueva primavera upeniana.
Pero el final de la obra no fue exactamente como los guionistas habían imaginado. Antes de hacer mutis por el foro Yolanda empezó a improvisar ante los micrófonos y se auto lanzó las alabanzas que no le han venido de ningún otro lado. Afirmó un poco pasada de rosca: “He tenido la suerte de librarme de una responsabilidad, fíjese qué bien, perfecto, a seguir trabajando y crisis cerrada en UPN” y añadió que se ha hecho “una experta en cerrar crisis”. “Aquí ven los hechos, en 24 horas, y encima, afortunada y con suerte”, “Lo he hecho yo misma súper rápido”, concluyó, como si de un anuncio de fontanería express se tratara.
Dicen que quizá se vaya a Madrid como diputada, solución que además en lo personal no le vendría mal porque, como han declarado quienes la conocen a la revista Vanitatis, está “locamente enamorada”. No comment.