Dictadura parlamentaria
Desde la aprobación el otro día de la Ley Mordaza, con los votos del Partido Popular y de sus socios de provincias, el nuestro es un país un poco menos libre, bastante menos libre. La implantación de un régimen policiaco, al que da apoyo y aliento una dictadura parlamentaria, es un hecho. Era algo más que una amenaza que venía planeando desde hace más de dos años, desde que el Escachapuertas se hizo con el Ministerio del Interior y al Gobierno se le cayó su antifaz democrático, para dejar ver en toda su lozanía su viejo rostro franquista, y comenzó a dañar de tal modo el sistema democrático que ahora mismo no es que sea mediocre, sino que es una caricatura, un sucedáneo que asombra en el resto de Europa.
Cabe preguntarse cómo hemos llegado a esto. Pues muy sencillo, porque hay una mayoría social que con su voto avala el régimen policiaco instaurado por el Partido Popular con la inestimable ayuda de sus aliados regionalistas, como UPN. Es decir, que una parte importante de la sociedad española vive tan ricamente en un régimen de libertades civiles recortadas a niveles de dictadura porque para ella los derechos de manifestación, la respuesta a los abusos gubernamentales, no son sino amenazas a su mayor o menor bienestar económico y a su implantación social. Algo que venimos repitiendo desde hace años y que ahora mismo denuncian organismos y medios de comunicación internacionales sin que encuentren el eco necesario, al revés, la españolidad se ofende y amenaza con llenar la plaza de Oriente. Estamos en Europa, sí, pero no del todo, sí según y cómo, y con quién.
El clima político instaurado por el Gobierno del Partido Popular es, por su parte, de autismo, cerrazón y falso pacto social. Su voluntad de tener amedrentada a la ciudadanía, tanto de manera policial como judicial, es algo más que claro, es una voluntad política. Como lo es su desprecio a la opinión de esa parte de la ciudadanía a la que acogota reduciéndola a meros votantes a fecha fija que pueden estar contentos de que les esté permitido acudir a depositar su voto. En estas condiciones la represión de la libertad de expresión es cuestión de tiempo, poco si esta gente se perpetua en el poder.
La voluntad de derogar de inmediato las leyes represivas expresada el otro día por la oposición es algo que está por ver y será una farsa clientelista si el PSOE ayuda al Partido Popular a perpetuarse en el poder, que es ahora mismo la mayor amenaza para el sistema democrático.
Y por seguir con el autismo gubernamental: vergonzosa ha sido la imagen del Rajoy en compañía de Hollande y Merkel, que escuchaban atentamente las informaciones que les suministraba el Prefecto del departamento donde cayó el avión de Lufthansa, mientras él bostezaba, abría y cerraba la boca, lengüeteaba y miraba alelado para otra parte, como si el asunto no fuera con él. Si vergonzosa resulta esa actitud en un hombre de Estado, alarmante es estar gobernado por gente de esta calaña, pero así es, con una mayoría de votos que les asegura por el momento el control absoluto del parlamento, lo que equivale a una dictadura parlamentaria. Nunca estuvo más claro.
El mismo autismo, que manifiesta el Gobierno con ocasión de la petición de extradición, por parte de la justicia argentina, de Martín Villa y sus secuaces franquistas. Autismo, voluntad autoritaria y un mayúsculo desprecio a las leyes internacionales profusamente decorado con triquiñuelas de legalidad retorcida. Les da igual que la ONU reclame el cumplimiento de esas extradiciones o que manifieste sus dudas acerca de la calidad de la Ley Mordaza. La suya es una actitud de desprecio que recuerda a las concentraciones franquistas de la plaza de Oriente, coherente con su origen y principios políticos que vienen de la dictadura. Nunca condenaron el franquismo y no lo van a condenar, al revés los homenajes a políticos franquistas y autoritarios se han sucedido, subidos a los altares con manto de demócratas. Y la farsa continua con reclamos de primavera de muy ingrato recuerdo y oficios de tinieblas propios del nacionalcatolicismo. Asombroso. Aquí vivimos. A la espera de la ley de la Matonería.