El mundo es paradójico, por decirlo sin palabrotas. Hace una semana descubrí que era poseedor de una cardiopatía isquémica, además de conocer cómo la medicina de verdad, no esa que se dedica a timar a la gente vendiendo mentiras misticoides y homeopáticas, era capaz de colocarme unos muelles en las pequeñas arterias del miocardio, ponerlas funcionales de nuevo y conseguir, con un montón de medicamentos llenos de productos químicos que a algunos tipos tan irresponsables como ignorantes les parecen terroríficos poder seguir contándolo (espero). Saben que me divulgar cómo cada avance científico nos da vida o nos permite prolongarla. La naturaleza puede exterminarnos de manera muy efectiva por lo que cualquier trabajo contranatura es de por sí encomiable. Casualidades: unas semanas antes del infarto comentaba que si no hubiera sido por Werner Forsmann, que decidió en 1929 instertarse él mismo un catéter y comprobar que funcionaba, el mundo sería un poco más natural, pero nuestra supervivencia sensiblemente menor.

Tal sucedía en algo que montamos desde el Club de Amigos de la Ciencia para divertirnos con la Ciencia en el Bar (por cierto, les recomiendo que de hoy al miércoles no dejen de pasarse por los bares que colaboran con “Pint of Science”, ciencia necesaria pero además sabrosa). En estos días de hospitalización necesaria (nota mental: ay de esos que pretenden robarnos la sanidad pública, debemos botarlos. Lejos) he descubierto el “Hola”. Esto daría para un libro, pero no puedo hacer esfuerzos aún. ¿De verdad toda esa gentuza que llena ese bodrio y no ha hecho nada decente interesa? ¿De verdad que hay gente que paga por ver esas vidas de couché y fiestas “solidarias” mientras roban a espuertas? Forsmann fue un nazi que hizo mucho bien, qué cosas. El culo de la Kardasian ni siquiera tendrá un Nuremberg.