Desbarres poselectorales
Escribo desbarres para ser suave, porque ganas dan de escribir canalladas o bellaquerías. Tras el serio revés del Partido Popular que puede convertirse en su derrota práctica si se consuman los pactos de corte progresistas y de izquierdas (moderadas no nos engañemos), la concejala de Cultura en funciones del Ayuntamiento de Rafelbunyol, Nuria Losada, del Partido Popular claro, ha augurado a través de las redes sociales la “violación de monjas y quema de iglesias”, entre otras donosuras. ¿Bromas? No, veras, siniestras veras, porque se excusen como lo hagan, si es que lo hacen, eso es lo que de verdad piensan, esa es la mugre ideológica que sostiene sus fundamentos políticos. A falta de ETA bueno es el Terror Rojo, les hace su papel que le dicen.
Lo suyo puede ser una melonada o un asco, pero no está sola porque en Madrid, Esperanza Aguirre, se ha lucido a la vista de todo el país. Una auténtica exhibición obscena de necedad y mala fe, una rabieta impropia de una condesa consorte que con sus palabras parecía emular a las marquesas que tiraban de porrón en los chistes de Serafín en La Codorniz. Algo grotesco: “¡Ya vienen los soviets, madre!”, No, caramba, eso ni en un espectáculo arrevistado de la Latina, Corsarias contra Soviets, banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, pasodoble, salvación nacional... Manolita Chén en el tablado porque este nuestro parece un espectáculo arrevistado de feria de pueblo. Sí, risas, pero la vida de mucha gente ha estado y está en manos de una gente que ha hecho de la indecencia política, hasta ahora mismo, cuando están intentado destruir de manera pública y notoria las pruebas de sus desafueros sin que eso inquiete no a la policía ni a la magistratura: delito tipificado en el artículo 264 del Código Penal.
Pero la condesa consorte de Murillo, franquista de pura cepa golpista, no solo se ha agitado poco british, arrabietada y descompuesta como un pelele en la escena política, que hasta un psiquiatra ha declarado que “se encuentra en un estado de enajenación fuerte”, sino que se ha permitido darle lecciones de democracia a Manuela Cármena, quien ha tenido que contestarle algo rotundo, de una dignidad ejemplar: “Solo he estado fuera del sistema democrático cuando aún no lo había y estaba luchando por él”. Todo dicho.
Otra miembro de su clase y casta social, la exministra Palacio, ha comparado a Podemos con los del Califato... Y su público ruge. Porque tienen público dispuesto a aplaudir necedades.
Por su parte a la shélebre Barcina, utilizando plataformas mediáticas gubernamentales de alcance nacional, los verdaderos ganadores de las elecciones en Navarra le han servido para predecir la salida de los presos a la calle y la desaparición de Navarra -¿Ordenadas mano a mano por el Parlamento foral de Navarra y su Gobierno? ¿A la vez?... ¿Pero qué bebe esta gente?-, de lo que, encima, hace responsable a la prensa que no le gusta. Está convencida de que se dirige a débiles mentales y eso es una falta colosal de respeto.
Y por lo que respecta a esa Alemania anterior a Hitler a la que se refiere, a Yolanda Barcina o le puede la ignorancia o le traiciona el subconsciente porque en cierta manera ha acertado. Basta asomarse a la pintura expresionista de George Grosz para darse cuenta de las similitudes, no con los ganadores, sino con los que ahora mismo detentan todavía el poder: una jerarquía eclesiástica abusiva, magistrados prevaricadores cómplices de los gobernantes, militares prepotentes, policías maltratadores, financieros y empresarios corruptos, paro y pobreza intensa, mendicidad callejera, lujos obscenos, prostitución como signo de distinción de políticos en ejercicio... esa es al Alemania anterior a Hitler pintada por Grosz, la que lo puso en el poder y fue la Alemania que apoyó el golpe de Estado de los militares españoles con dinero y con armas, golpe este que ella y los suyos se han negado a condenar. Esa. ¿Les recuerda a algo? A mí, sí. Porque todo lo exagerado que quieran, ese es el modelo social y de clase que ha sostenido y amparado el partido en el gobierno y sus afines. Ahora se muestran incapaces de aceptar no ya su derrota electoral, sino que su tiempo se ha acabado, parecen ignorar lo que la mayoría de la población ha visto en estos últimos años, lo que ve a diario... y van a dejar el terreno podrido y minado, hipotecado, y esto sí es serio.