Esto va para largo
Eso es lo que me temo, que esto, es decir, el cambio político y social, va para largo; y que el proceso de ídem tiene toda la traza de ser tranquilísimo, tanto que dudo vayamos a notar, a corto o medio plazo, la diferencia con el régimen de la dictadura parlamentaria ya instaurado por el Partido Popular... Según, cómo y dónde lo vivas este resulta un país siniestro, dominado por la violencia institucional, la apatía, la mala fe de sus cabezas pensantes oficiales, la rabia y el fatalismo... eso sí, si votas y aplaudes a quienes te tienen sometido y te expolian, entonces no hay mejor país sobre la tierra que este, taurino, milagrero y cañí.
Cualquier cambio que de verdad pueda apreciarse pasa primero por las urnas y de inmediato por una batalla parlamentaria y legal, ardua, larga y difícil, cuyo objetivo no es otro que el desmantelamiento de todo el complejo aparato legal que sostiene el régimen policiaco del Partido Popular. Como digo, esa no es una tarea nada fácil. Aquí no hay varitas mágicas ni golpes de mano. Por no hablar del terreno minado que ya han ido dejando a su espalda: pufos, contratos blindados, favores debidos, amiguismos, una intrincada trama de corruptelas a la que hay que añadir una amplia trama de funcionarios poco proclives a perder sus privilegios y a apoyar cambio social alguno, como bien saben aquellos que no participan de esa visión estamental de la propia ventaja. Una revisión de la función pública se impone, pero me parece que esto también puede esperar.
¿Batalla legal? No cabe otra, desde el momento en que la vida política de este país pasa por los tribunales y estos se han venido colocando de manera manifiesta en sus resoluciones de parte del gobierno del Partido Popular. La prueba la tenemos en el inmediato y atropellado archivo por parte de la fiscalía de la denuncia presentada por el PSOE contra la reunión de Fernández Díaz con el infame Rato celebrada en sede institucional; resolución que en la práctica viene a encubrir esta. No quieren investigar aquello que no les conviene para su vida política, y menos ahora que esta se ve amenazada. Manipular el sistema judicial: ahí el nombramiento abusivo de Asunción Mosquera para la Audiencia Nacional. Hablar de amiguismo es poco. Saben que no pasa nada, que el país traga por apatía o por miedo.
Pruebas de esa connivencia político-judicial sobran, y a diario. Aquí va otra: el archivo de las actuaciones contra aquellos cargos políticos del Partido Popular que han injuriado a las víctimas del franquismo -el alcalde de Baralla que vino a decir que los fusilados por los franquista se lo merecían-, pero se apresuran a hacerlo contra quienes mentan siquiera de lejos algo relacionado con las víctimas del terrorismo. Esta es para mí una prueba más de la gravedad de la situación de la justicia y de la política españolas. Está visto que como en cualquier régimen dictatorial, un político del partido en el gobierno puede hacer y decir lo que le venga en gana. Ese y no otro es el mensaje que transmite la Fiscalía General del Estado con sus últimas resoluciones.
Hace unos días leía un titular que me hizo reír (por no llorar): «La recesión económica y el aumento de la represión son una chispa eficaz para los estallidos sociales». Lo rotundo de la frase me hizo pensar en que entre lo que vivimos y lo que nos gustaría vivir, está eso que se llama «la realidad», que nos rodea y resiste de muy dura manera; algo que nos hace ver que por mucho malestar que haya y por mucha represión que se ejerza contra nosotros, no habrá estallido alguno. A todo lo sucedido en los dos últimos años me remito. Olvidamos, tal vez para no sucumbir del todo. Y no solo eso, sino que a poco que nos descuidemos el gobierno del Estado va a seguir en manos de los mismos. Si no se consigue derribarlos a través de las urnas, el armazón legal del sistema y la represión social que le acompaña van a ir a más, con el aplauso expreso y el consentimiento de buena parte de la ciudadanía y de los grandes medios de comunicación que manejan la opinión pública. El Gobierno cuenta con que a otra parte importante de la ciudadanía todo esto le da igual, incluso cuando daña sus intereses particulares. Recordar ahora la frase que tanto se decía hace más de dos años «Esto tiene que explotar por algún lado», da más risa (amarga) que otra cosa.