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Tengo una amiga muy interesada en el tema de Halloween y las costumbres de nuestros padres y abuelos en torno a Todos los Santos. En un artículo muy interesante publicado en el blog 31 eskutik, Itziar Díez de Ulzurrun, mi amiga, cuenta cómo hace un par de semanas una señora de la Rochapea le dijo en la panadería, mirando las calabacitas rellenas de mermelada, que recuerda cómo de niña vaciaban calabazas y ponían velas dentro para asustar a la gente. Son muchos los testimonios de este tipo se vienen publicando estos últimos años. Personas mayores de Orio, Bermeo, Lesaka? recuerdan perfectamente lo de las calabazas y lo bien que lo pasaban dando sustos a la gente, en algunos casos disfrazados con andrajos. De la misma manera, en Navarra son infinidad las fórmulas que se utilizaban en las cuestaciones de la noche de la Ánimas o el día de los Difuntos. En muchas de ellas aparecen mezcladas palabras en castellano con otras de origen euskérico, como la recogida en Burlada por el historiador Rikardo Gurbindo en el artículo Castaña nazarí, ofrenda lizari publicado en la revista Axular. Vista toda esta riqueza cultural que tenemos, y que desconocemos en gran medida, y teniendo en cuenta la fuerza con la que se está extendiendo la fiesta de Halloween, sería interesante pararnos a pensar y ver cómo podemos hacer algo interesante para disfrutar de la fiesta, pero dándole un significado y uniéndola a las tradiciones de nuestros antecesores. Halloween es la evolución de un conjunto de ritos celtas extendidos por la cornisa Atlántica europea, llevado a América por los irlandeses y explotado ahora por la cultura capitalista y consumista. Estaría bien que todo esto se trabajara en las escuelas desde un punto de vista pedagógico y que se integrara en su currículo, como un día se hizo con los carnavales rurales, para que esta tradición evolucione como nosotros queramos, y no como nos lo dicte Disney Channel.