Alternativas asesinas
Hace unas semanas, una revista de esas “de chicas” (sólo la existencia en el panorama editorial de semejantes productos pone de manifiesto lo que nos falta por avanzar hacia una sociedad igualitaria) ponía en portada un artículo invitando a sus lectoras a sustituir la quimioterapia por estupendas e inocuas terapias alternativas. Se lió un poco la cosa por las redes, tanto que hasta los organismos médicos, habitualmente conniventes con el desmán de la mal llamada medicina alternativa, llegaron a quejarse. Hasta que la revista se desdijo hace unos días y comentó que realmente no querían decir sino que siempre hay posibilidad de complementar una terapia médica (de verdad, que cura) con otras cosas. Ya sabemos cómo les cuesta a los medios de comunicación reconocer que han mentido. Pero es un todo un logro porque lo habitual es encontrarnos publicadas afirmaciones que dan valor a cualquier estupidez o afirmación “alternativa”. Normalmente se les da cancha a los promotores y vendedores de barbaridades como la bioneuroemoción, el ayurveda o la siempre exitosa en ventas homeopatía; las medicinas tradicionales chinas y sus energías chi o los remedios presuntamente naturales de sanadores que acaban interactuando con la medicación “oficial”; antioxidantes, osteopatía, la asesina nueva medicina germánica; el tóxico dióxido de cloro promocionado como MMS (suplemento mineral milagroso) por peligrosos sujetos; oler limones en plan Mariló; inyecciones de bacterias y cientos de sospechosos tratamientos que ni están evaluados ni han superado los mínimos requerimientos, vendidos por personas que se aprovechan de la desesperación de las personas diagnosticadas de cáncer.
La buena noticia es que al menos una vez han reconocido el error. La mala es que todos los días los charlatanes quedan asesinamente impunes.