no sé por qué, pero lo del encuentro de Esparza con el rey me recuerda un poco a las hermanastras de Cenicienta, dándose de codazos entre ellas y engalanándose para acudir al palacio real y estrechar melosamente entre sus manos las del (ex)príncipe. Y bueno, si UPN ha decidido que sea su presidente quien vaya a esta recepción en lugar de los diputados electos, pues muy bien, pero de ahí a que aproveche para invitar al monarca, para rogarle mejor dicho, que venga a Navarra, hay mucho trecho. Esto es algo que en principio les correspondería hacer a las instituciones navarras y no a él, porque no creo que le estuviese invitando a pasar unos días en su casa con la mujer y las hijas o a venir a San Fermín, ¿no?
Esparza, como cabecilla de la nueva Coordinadora del No, (¿recuerdan a Adanero?) no perdió la oportunidad de convocar a los medios al final de la reunión para lanzar una serie de mensajes apocalípticos para España en caso de que se forme un Gobierno respaldado por “independentistas, radicales y anarquistas” como ya ha ocurrido en Navarra, dijo. Y tampoco escatimó saliva en narrar el infierno en el que se ha convertido la Comunidad Foral en unos pocos meses.
Flaco favor para todos los profesionales e instituciones que estos días han bajado a Madrid para intentar mostrar en Fitur, la feria de turismo, lo mejor que le podemos ofrecer al visitante. Mañana se celebrará el día de Navarra y algunos acogerán a la presidenta Barkos como a la bruja con escoba que describió el embajador pirata. Y ya no quiero ni imaginar a qué conclusiones llegarán cuando vean el sábado a los Momotxorros del carnaval de Altsasu con sus pieles y embadurnados de sangre. Horreur!