El Gobierno de Barkos apuesta por una “cultura de paz y convivencia”. Dispuso al respecto una dirección general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos. Objetivos: mostrar a las víctimas solidaridad afectiva y efectiva; escuchar su relato; dar respuesta a sus necesidades; ofrecer cauces de reparación y participación en los procesos de construcción de la memoria y reconstrucción de la convivencia. Propósito gubernamental menospreciado por las víctimas de ETA. Las familias de las 42 personas asesinadas por ETA (39) y los comandos autónomos anticapitalistas (3) en Navarra -1977 a 2003- reaccionaron con enfado ante la exposición del trabajo hecho. El balance oficial quiso ser cauto en ese capitulo. La respuesta unánime de las familias de víctimas de ETA resultó indignada y tajante: rechazo mayoritario a los contactos pretendidos por un estamento creado, a su juicio, para blanquear la relación de Bildu con ETA; rechazo de una victimización extensiva (“todo tipo de víctimas”, “de uno y otro lado”, “de todas las violencias”) que trata de “confundir la realidad vivida con el terrorismo de ETA” y “tapar la historia reciente con la memoria pasada”. Las familias piden al Gobierno que colabore al esclarecimiento de los casos sin resolver, además de exigir a ETA disolución, entrega de las armas y petición de perdón. Matizan que no es la primera vez que el Gobierno de Navarra contacta con las víctimas del terrorismo, a las que concedió en 2000 la Medalla de Oro. Con un sutil pellizco añadido: “No hace falta llegar al gobierno para acercarse a las víctimas”. El tempero no está en buena disposición de siembra y cosecha satisfactoria. Se sabía. Uxue Barkos se encontró con una pintada de protesta en el escaparate de los logros. Sin toda la verdad ni toda la justicia ni todos los reconocimientos, la paz interior es casi imposible y la convivencia social disimula rencores. Y cada credo ideológico quiere tener su propio evangelista. Su relato.
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