Monologuistas. En Pamplona -Teatro Gayarre, dos funciones- los actores Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, con Viejóvenes. En Burlada -Casa de Cultura, único pase-, el político Pedro Sánchez, con Candidato en gira. Dúo en clave de comedia en el primer caso; tragicomedia, estrella con teloneros, en el segundo. Los cómicos triplicaron la audiencia del político, y con paso previo por taquilla. Hubo público que lloró. “He visto a militantes socialistas llorar al paso de Pedro Sánchez”, reveló Santos Cerdán, secretario de organización del PSN-PSOE. Lágrimas de devoción por el líder. Con Reyes y Sevilla se lloraba de risa. Bueno, también algunas afirmaciones de Sánchez eran de risa: “Recuperar un partido creíble y coherente con la palabra dada”, “reivindicar el rojo del PSOE”, “no aliviar las políticas neoliberales, sino combatirlas”. Dicho en Navarra, lloras. De rabia o de risa. Lloras, seguro. Sánchez debería saber que las dos presidencias socialistas de Navarra (una, larga; la otra, efímera) estuvieron contaminadas por la corrupción; que el PSN entregó por tres veces el gobierno a la derecha foral y española; y que él mismo colocó en su Ejecutiva Federal a un socialista vicepresidente con Barcina. La credibilidad y la coherencia con la palabra dada son difícilmente recuperables. Solo lo que se ha tenido es susceptible de recuperación. El rojo del PSOE-PSN se aprecia cuando bordan las siglas en el pañuelo de fiestas. En la actual legislatura -prosperó el gobierno del cambio porque el PSN no resultó determinante en su constitución-, la posición socialista coincide más con UPN y PPN que con la mayoría parlamentaria. Viejóvenes. Aquí, hasta los más jóvenes son viejos en experiencias de frustración con la actitud del PSN tras anuncios y promesas electorales. Sánchez anuncia el compromiso de una regulación estatutaria de consulta a la militancia en los pactos postelectorales. ¿En cada circunscripción electoral? Ahí le quiero ver.