cuando el humor se hace bien, une, no separa. Este miércoles la música conciliadora llenó el Teatro Arriaga de Bilbao de la mano de Ez Dok Hiru, una obra que ayer pasó también por la Escuela Navarra de Teatro. En la platea bilbaína se mezclaban las risas de Bingen Zupiria, Jone Goirizelaia y Josu Erkoreka. Y las de cientos de personas más que nos iluminamos desde que Patxo Tellería, Mikel Martínez y sus amazónicas pelucas aparecieron en escena. Hora y media de repaso ingenioso y muy divertido al imaginario musical vasco de todos los tiempos, desde la Prehistoria hasta hoy. De aquel txistu que encontraron en una cueva de Isturitz y que debió de sonar hace 25.000 años a la militancia combativa y sentimental de Hertzainak.
El viaje está planteado como un seminario on line para universitarios ofrecido por dos catedráticos. Uno docto y sesudo, el otro una especie de Woody Allen hiperactivo, uno con talento vocal, el otro con más actitud que aptitud en el manejo del pandero. Junto con tres intérpretes impecables que lo tocan todo, van haciendo paradas en los grandes mitos alternando la ironía, los juegos de palabras y el absurdo. Siendo el título de la obra un homenaje a Ez dok amairu, en este paseo no podían faltar algunos de los puntales del movimiento, claro. Así que por el escenario van desfilando el Baldorba de Benito Lertxundi, temas de Xabier Lete y, por supuesto, Mikel Laboa y sus metáforas paridas en plena represión franquista. ¡Gran momento, ese en el que un catedrático se las explica al otro! Una sale comprobando que la música dinamita barreras de comunicación hasta en los ascensores. Os la recomiendo, aunque vuestro nivel de euskera sea tan básico como el mío.