Teníamos 14 años y alternábamos el crujido de las pipas y los sorbos de Kas de naranja. Estábamos sentadas en camiseta y pantalón corto sobre la plataforma de cemento del transformador eléctrico a la entrada del pueblo. Desde ahí veíamos llegar los coches que subían después de girar en la revuelta. Era de noche y adivinábamos quién venía por los faros. Now in Viena there’s ten pretty women, there’s a shoulder where death comes to cry? Leonard Cohen cantaba desde un radiocasete tumbado a nuestros pies. Y así era perfecto. Cuando todo encaja y los deseos y una inquietud indeterminada ya existen pero aletean aún sin nombre. Amigos, cloro y excursiones en bici. Todavía no habían llegado los primeros cigarrillos, ni el alcohol, ni los vinilos, ni el sexo. Take this waltz with the clamp on its jaws? Todo estaba sin estrenar, como para Cohen cuando descubrió el poema de Lorca y se enamoró.

Estaba escribiendo algo hace cinco años con una copa de vino al lado. Suzanne takes you down to her place by the river? Y me llevó con ella a probar su té con naranjas traído de China, y estaba loca, pero por eso queríamos quedarnos con ella, y el río me meció en sus brazos mientras escuchaba los barcos pasar. Y cuando volví, mi copa seguía llena pero la botella estaba por la mitad.

Ayer cerré el círculo. Ayer fue un gran día. Nacieron botánicos, pintores, cineastas y músicos. Ideólogos execrables, un emperador japonés, una primera ministra noruega, Fermin Muguruza y Jessica Lange. Ayer nació un buen amigo al que veo poco pero en quien creo mucho y ayer hizo 3 años que mi hijo llegó a mi vida. Así que cuando volví a casa le cogí en brazos y bailé con él. Now in Viena there’s ten pretty women?