Una carta al director se quejaba ayer diciendo que el otro día yo “insulté” a Laura Pérez por escribir que tiene un “ego excesivo”, algo que no considero un insulto sino una opinión sobre su labor política y sobre las declaraciones que hizo cuando dijo que pediría una auditoria de los resultados de las primarias a la secretaría general, al igual que cuando advirtió que quien viniese no tenía que ser dócil. Pero, bueno, quien escribió la carta es libre de opinar así, faltaría. En la carta su autor me pedía también que si tan crítico soy, en lugar de denigrar -no denigraba a nadie- a una política honesta y valiente -nadie lo puso en duda, la valía de Podemos para mí es enorme, de ahí que considere que un cambio era bueno- tendría que hablar del “apoyo presupuestario del PNV a los partidos corruptos del régimen”. Pero, decía el autor, “no puede, le va el puesto en ello”. Mire -y esto creo que sirve para defender a los periodistas de este medio, en general-, no, no me va el puesto en ello. Y no suelo hablar del PNV vasco y de los tejemanejes que hace en Madrid, de la misma manera que no hablo de política riojana, aragonesa, cántabra o canaria. Pero si se quiere quedar tranquilo, para que vea que en este medio siempre me han respetado mi opinión las veces que he cargado contra el PNV o NaBai o Geroa Bai o este gobierno o este ayuntamiento de Pamplona o quien sea, le diré que el PNV es un partido lejísimos de mis ideas, al que no votaría ni harto de vino, que en Madrid solo busca su pasta -como hacen la inmensa mayoría- y que por supuesto tiene todo mi rechazo por pactar con el PP. Así que usted no se preocupe que cuando haga falta criticarles lo haré, como he hecho y haré en muchas ocasiones, aunque a usted no le interese verlo o leerlo. Este medio será lo que usted quiera, pero me dejan escribir lo que quiero. Y eso es muy inusual y lo agradezco en el alma.
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